Relaciones de viajeros
296 ESTUARDO NU~EZ perpendicular para tener gran belleza, pues veíamos solamente las calles derechas y mirábamos abajo los techos chatos de barro en las casas. El invierno, o estación nebulosa, dura de junio a noviembre, y se considera la parte del año más malsana del Perú pues los na"' turales entonces sufren especialmente de chucho, muy dominante en toda la cost a. Los atacados por esta enfermedad se conocen por su aspecto bilioso y enfermizo, aunque se encuentren perfectamente bien entre dos ataques. Es dolencia tan común en Lima que, si cualquiera del círc~lo de amigos se ausenta, se tiene por seguro que está en cama con chucho. Los médicos nativos son raza muy igno– rante y pr esuntuosa. Muchos son mulatos y pasean las calles en lustrosas mulas bien alimentadas. No tienen ninguna noción de medidas decisivas en los casos violentos, contentándose con admi– nistrar un poco de aceite de almendra, mangla, o bebidas refres– cantes. Ese mal fastidioso, la sarna, es tan dominante, y virulento en Lima, que los médicos del país francamente declaran no poder librar se de él: en vez de fuertes aplicaciones externas, recetan sen– cillamente líquidos helados, etc., de modo que esta puerca indis– posición hace estragos horribles entre las más respetables familias una vez que se introduce por accidente. Muy a menudo he ido a ver algunas de nuestras conocidas para invitarlas a diversiones vesper– tinas, encontrándolas postradas durante semanas por la caracha Los barberos sangradores (todavía los hay en el Perú) son muy expertos en sangrar, sacar muelas y afeitar , y hacen con perfección cualquiera de estas operaciones por un chelín. Hay dos climas distintos en el Perií: el serrano y el costanero. Siempre que los indios del interior, o sierra, bajan por cualquier tiempo a la costa, especialmente en invierno, mueren; y el mismo efecto se produce en los nativos de la costa si van de golpe a la sierra. Reclu tas del interior se han traído para guarnecer el Callao y han muerto casi todos. Los negros parecen medrar especialmente bien en la ciuaad, pero no pueden soportar el frío cordillerano. Es algo singular que esta diferencfa de temperatura en los climas, en cuanto observé y aprendí, no produzca efecto alguno en los blancos. Si el invierno costanero del Perú es muy malsano, el verano es la estación más debilitante. Tenía tanta influencia sobre mí, ener – vando mi sistema y deprimiéndome el ánimo, que el médico inglés me recomendó hacer un viaje al interior para ocupar la mente y to– nificar los nervios: como yo deseaba particularmente ver las célebres minas de Paseo, a cincuenta leguas de Lima, pensé que era excelente oportunidad para salir de la curiosidad, adquºirir conocimientos y reponer mi salud .
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