Relaciones de viajeros

304 ESTUARDO NU~EZ Al preguntar por Casquero, para quien tenía carta de recomendación, pues no había posadas en el camino, supe que su casa estaba en las afueras del pueblo. Mi huésped era un mestizo retacón, de indio y europeo, y capitán de los montoneros de Canta y sus inmediaciones. Aunque hombre de cierta importancia en el lugar, vivía a lo indio, en cabaña de tapia, o más bien en una fila de construcciones de tapia, techo de pajizo, levantadas alrededor del patio. Confirmó la noticia desagradable de que los españoles habían entrado en Paseo y me aconsejó no se me ocurriese de ningún modo proseguir, pues ade– más de haberse apoderado de Paseo los' españoles, ocupaban el cami– no bandas de montoneros, del partido de Riva Agüero, todavía no sometidas a Bolívar. Se componían de muchísimos indios que ha– blaban poco o nada español, según nos decía, muy bárbaros y crue– les. En estas circunstancias habría sido una locura insistir y como el valle no llevaba a otro punto, vime obligado a satisfacerme con lo ya visto y recoger todos los informes que pude respecto al país del otro lado de la Cordillera, que había intentado visitar. Canta está en una llanura seca a una milla de Obrajillo y dos o tres leguas al pie de la cumbre andina en aquella región. Es pueblo grande, pero de lejos tiene aspecto mísero, con su gran grupo de graneros más que de casas. Los habitantes se quejaban muchísimo del retardo de las lluvias y el ganado se moría de hambre por falta de pasto. El mismo pueblo parecía más incómodo por esta razón. Los habitantes son principalmente indios de raza más robusta y osada que los costaneros, pero con la misma suavidad de maneras y la misma expresión inocente y melancólica en el semblante. Su ves– tido es casi enteramente manufacturado por ellos mismos. Los hom– bres usan ponchitos ordinarios, chaquetas y calzones de lienzo, con medias de estambre tejidas por mujeres, y ojotas. Los sombreros masculinos son de castor ordinario. Las mujeres se visten mucho más como las costaneras, y todos evidentemente son de una raza, aunque clima y ocupación han hecho a los que habitan cerca del mar algo diferentes en su aspecto y hábitos. Los indios del interior son gente muy activa e intrépida y fa– mosos particularmente por las largas marchas a pie efectuadas con velocidad sorprendente. El camino de Paseo a Lima es de cincuenta leguas; y los animales lo hacen en cuatro o cinco días, mientras un indio propio, o correo a pie, emplea en recorrer esta distancia tres días, cortando por la cumbre de las montañas acompañados sola"" mente de su perro y caminando con largo báculo. Pueden soportar el hambre tanto como la fatiga, y con una bolsita de cancha y otra de coca, marchan días sin requerir ningún otro sustento. La cancha

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