Relaciones de viajeros
Fue el 26 por la tarde que soltamos el ancla en la rada del Ca– llao, que estaba cubierta por un bosque de mástpes, cuyos gallardetes extranjeros daban testimonio de que este puerto de Lima era el lugar principal de reunión del comercio de los dos mundos. Los barcos de guerra franceses e ingleses tenían por objeto la protección de los intereses respectivos de sus connacionales. Dos fragatas peruanas, arrebatadas a los españoles, componían toda la marina de la repú– blica, en la popa de las cuales ondeaba el nuevo pabellón de los in– dependientes, cuyo campo rojo estaba atravesado por el medio por una banda blanca, que llevaba el emblema del sol. El estandarte del presidente de la república, en cambio, completamente rojo, te– nía una figura blanca del astro que adoraban los Incas. No permanecimos sino seis días en la rada del Callao, no pudien– do yo, en consecuencia, ofrecer sino muy pocos detalles de los acontecimientos que ocurrieron en esa época en el Perú. Este fon– deadero, centro general de un comercio lucrativo, está perfectamen– te protegido: desde La Punta de Bocanegra, al norte, hasta San Lorenzo y sus contornos se despliegan en una gran herradura. El fondo, légamo verde-aceituna, ofrece una buena firmeza, siendo el mar allí, por lo demás, casi siempre tranquilo y uniforme. El puer– to del Callao, propiamente dicho, está situado en una hendedura que protegen dos muelles circulares rodeados de fosos, y que son sus– ceptibles de recibir una numerosa artillería, y cuya guarnición se componía de 1.200 hombres. . Desde la rada, el aspecto del país es de una repugnante desnu– dez: una llanura inmensa se extiende desde el mar hasta una cadena elevada que la enmarca en el horizonte. Su superficie no está cu– bierta sino por una verdura rara y monótona, y las peñas que se elevan al pie de las montañas blancas y desnudas que las dominan, no tienen un aspecto pintoresco sino en el momento de la puesta del sol, cuando los rayos de este astro se reflejan a través de densas brumas, que convierten su resplandor en vacilante y dudoso. La pequeña ciudad del Callao se asienta sobre la orilla del mar. No es interesante sino por su vecindad con Lima, de la que es
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