Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 357 te a la disgregación del granito. Más allá de esta pequeña cadena que circunda a Lima, comienzan las sierras del interior del Perú. La isla de San Lorenzo, situada a la entrada de la bahía, com– pletamente desnuda, está formada en su totalidad por una roca de granito gris: su aspecto es el de un islote de un rojo oscuro. Cada fragmento de roca de la superficie, se separa en delgadas láminas, y a menudo, como las piritas, estos fragmentos se vuelven delicues– centes. Esta isla presenta grietas en su extremo meridional, así como agujetas que afectan diversas formas. Los roquedos que se levantan por encima del mar en todas las costas, se hallan recubier– tas de una capa muy densa de mateda blanca llamada guano, de– bida a las deyecciones de las aves marítimas, especialmente al huanay o mancho, el que, desde hace siglos, se reproduce allí tran– quilamente. Se trata de un fertilizante muy usado, y que se reco– ge cuidadosamente. Más célebre por sus minas que por sus productos agrícolas, el Perú está lejos de rivalizar, bajo este aspecto, con Chile, rico en metales preciosos, pero sobre todo rico en productos aHmenticios, aunque su suelo está muy mal cultivado. La mayor parte de las provisiones de la provincia de Lima, la proporcionan los puertos de Valparaíso, Coquimbo y Concepción. Y la mayor parte de los car- · gamentos remitidos en barcos franceses consisten en harinas y vino: todo lo que es necesario a la vida adquiere allí, en consecuencia, un valor fuera de toda proporción. La temperatura de Lima era muy cálida en febrero y marzo, época de nuestra escala. Los vientos reinantes soplaban del sur, variaban hacia el sud-sud-este, al sud-este, y sólo pocos instantes hacia el norte. Eran frecuentes las calmas durante el día, y sola– mente a eso de las once de la mañana es que una ligera brisa venía a agitar la atmósfera. Una bruma constante y espesa aparecía a eso de las seis de la mañana, la que sólo se disipaba a eso de las nue– ve o diez. Entonces, el sol calentaba con gran fuerza: Cerca de las cuatro, la bruma caía nuevamente bajo la forma de una lluvia muy fina, y continuaba así hasta que aproximaba la noche. Estas nebli– nas periódicas y diurnas, se llaman garúas: ·son lo único que man– tiene la vida vegetal bajo un cielo del que nunca cae lluvia. Las no– ches son notables por su suavidad y serenidad. En el día, cerca de las dos, el calor es muy fuerte, y el termómetro centígrado marca, al sol, hasta 459: su máximo de elevación, en la sombra, parecía fi– jado entre 24 y 25 grados, y la temperatura del agua en la rada, era, en término medio, de 21 grados. El higrómetro indicaba siempre una saturación completa. Las grandes perturbaciones de la natura-
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