Relaciones de viajeros

360 ESTUARDO NUf;l:EZ varias moscaretas y papamoscas, y entre otros, el rubin y el tangara oriflama; un jilguero negro y amarillo, muy semejante al fringilla xanthorca de Carlos Bonaparte; el gorrión olivo, un loxie de plu– maje rojo, un troglodita, etc. Cerca de Lima, en los calveros, vive la pequeña pardilla, a la que hemos llamado telasco; y en los gran– des árboles del paseo, es bastante común el ani inédito, al que he deserto con el nombre de Ani de Las Casas. Un fournier pardo, aleonado, habita la isla de San Lorenzo. Pero uno de los más inte"' resantes descubrimientos en nue.stra corta permanencia en la costa de Lima, agitada a la sazón por las discordias civiles, es la de los picaflores, de variadas especies. Esto nos da la viva pesadumbre de haber estado en la imposibilidad de consagrar un tiempo mayor a investigaciones completamente pacíficas, las que hubieran aumen– tado seguramente el catálago, de haber sido conocidas. Había tres especie de picaflores, propiamente dichos, que circunvolaban en– tonces, en las horas de más calor del día, sobre los pequeños mato– rrales de arbustitos Syngeneicos; la especie más rara, es la que yo he nombrado Cara, este nombre sugiere al espíritu una conmovedo– ra sacerdotisa del Sol: el cuerpo y la cabeza son de un verde dora– do y brillante; la garganta tiene el brillo del acero bruñido, con un matiz de cobre rosáceo, y dos largas plumas blancas sobrepasan bastante, terminadas en negro, la cola del ave. La segunda es el pi– caflor amazili, sin duda menos adornado, ya que la mtad superior del cuerpo es de un verde dorado uniforme, y la inferior es de un pardo sin resplandor metálico. La tercera especie, muy ¡pequeña, es de un grisáceo sucio. Dos golondrinas, una de ellas con cabeza y vientre ocres y de plumaje azul-negro; y la otra con vientre blanco, son las únicas fisirostres que hemos visto. El martín-pescador, del que Commer– son ha dejado un dibujo en sus manuscritos, bajo el nombre de camaronero, tiene las costumbres del de Europa, suele frecuentar las orillas del Rímac y las aguas agitadas de los canales que en él confluyen: sus colores de encima son de un verde metálico, siendo blanco el del vientre. El pico y los pies son negros. El estornino raya-blanca de las tierras magallánicas, que hemos visto que existe en las islas Malvinas y en Chile, se vuelve a encontrar en el Perú: aquí, sus colores son todavía mucho menos vivos que en las dos localidades precedentes. Varias clases de palomas pueblan los alrededores de Lima. Una, especialmente, apenas del tamaño de un gorrión, con plumaje aleo– nado claro, que muestra manchas de un rojo oscuro y como sangui– nolento en las alas, se complace en correr en el polvo, cuyo color

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