Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJERó$ 27 los fondos públicos, debido a sus escasos recursos, y a los gran– des gastos de la guerra. A consecuencia del decreto del Congreso a nuestro favor, dejé, inmediatamente, mis ideas de dejar el país, y, desde ese mo– mento, hemos estado procediendo tan rápido como podía espe– rarse. Hay otra circunstancia de considerable importancia, que ha salido a la luz de todo esto. La persona que trajo a los doce indi– viduos para que fueran instruídos en el sistema de enseñanza, tal como lo mencioné anteriormente, es un respetable clérigo. Este hombre se ha interesado mucho en el tema, y ha sido nombrado por el Congreso, para tomar parte activa en todos los arreglos ne- cesarios, hasta que la Sociedad Escolar sea formada. Yo he tenido mucho contacto con esta persona, y tengo muy buenas razones para tenerlo en gran estima. Vamos mano a mano y muy de acuerdo en estos asuntos, y más agradablemente. Como el nombre de este señor está ahora en conexión con las escuelas, y siendo un eclesiástico, han comenzado nuevamente muchos pre– juicio sobre su persona. Este es un asunto de no poca importancia, ya que había un argumento poderoso, no sé si bien o mal fundado, de que el úl· timo Secretario, de quien yo le hablé, era de ideas ateas. Quizás su ateísmo consistía en que los conventos y sus asuntos particula– res no pertenecieran más a la Iglesia. En todo caso, puede ser que el que yo fuera favorecido por él, probablemente, estimulaba los comentarios, además de los que ya habían surgido, por el hecho de que yo fuera protestante. De esta manera, no tengo ninguna duda del gran provecho que traerá la influencia de la oposición, por mi conexión con mi actual amir go eclesiástico. Cuando añado a esto, que es a través de este res– petable individuo que yo espero introducir el Nuevo Testamento en las escuelas, de lo cual ya le escribí anteriormente, Ud. verá, que tengo una gran razón para agradecer por las circunstancias en que estamos ahora; aun estoy inclinado a pensar, por lo que he visto, que nuestros actuales proyectos, ahora tan estimulados, no han sido aprobados tan graciosamente, puesto que hemos par sado por bastantes e incómodos retrasos. No vemos las cosas muy claras, y escasamente podemos decir– le, qué cuerda hay que mover para que las circunstancias sean más favorables. Por esto, es que, a menudo, nos sentimos gozo– sos, cuando no tenemos una razón verdadera para estarlo; y por
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