Relaciones de viajeros
RELA:CIONES"•í>E' VtAJEROS !69 es, también abundante. Frente al cuerpo del edificio, hay un es– pacio en medio del cual hay plantada una gran cruz de madera, que se eleva sobre algunas graderías de ladrillos. Como en todas las viviendas de los colonos españoles, es al pie de esta cruz a donde viene la numerosa familia de estos lugares, acompañada de sus domésticos y campesinos, a dirigir, mañana y tarde, sus largas y fervientes preces al Señor. "Después de la comida, que fue más notable por la cantidad de platos que por la preparación de los guisos, la cual no era de nuestro agrado, todas las personas de ambos sexos enarbolaron un cigarro en su boca, y se dirigieron a las orillas del agua, a un lugar dedi'cado al reposo, para saborear el placer de fumar, ten– didos a pierna suelta sobre esteras, a la sombra de los macizos de verdura, formados por hermosos sauces, gigantescos alga– rrobos, y escuchando los dulces murmullos de las cenagosas aguas de la Chira. "Según el señor Otoya, este río tiene su fuente en la monta– ña de Huanguabamba [Huancabamba? N. del T]. Se acrecienta con las aguas del río Maranan, el que, en la estación de lluvias, riega al desbordarse las tierras adyacentes y forma torrentes que van a perderse en la Chira. Tiene alrededor de cuatrocientos pies de ancho en su embocadura. Su mayor profundidad es, por lo general, de dos brazas y media. Es frecuentada por coco– drilos que tienen hasta cuatro varas de largo. Estos animales se encuentran en gran número en la embocadura, que está obstruída por bancos de arena errante. Generalmente, van as– cendiendo por el río y devoran a las bestias que vienen a beber allí, sin descuidar a los jóvenes indígenas que algunas veces se dejan sorprender, cuando vienen por la tarde a sacar agua, la venta de la cual constituye un pequeño comercio bastante lu– crativo para los habitantes de las aldeas del contorno. ·El trans– porte se hace en asnos y con grandes calabazas. En nuestro camino encontramos varias caravanas de borriqueros, todos los cuales tenían un aspecto miserable. Las aguas de la Chira no alimentan sino algunas especies de peces, de los que sólo me han mencionado dos, que ~on buscados por los habitantes: el chabot y otro que los colonos designan con el nombre de bagre. "Mientras cada uno conversaba y fumaba en las orillas de la Chira, atravesamos este río en una piragua manejada por un solo indio; y guiados por el señor Otoya, hicimos una excursión hasta la aldea de Amosape. Seguimos más o menos un cuarto de hora por un camino trazado a través de espeso bosque.
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