Relaciones de viajeros
_374 ESTUARDO NU&EZ ningún mueble confortable destinado a las comodidades de la vida, ningún adorno vienen a destruir la desnudez chocante de estos asilos que se parecen a nuestros cuerpos de guardia: algunas esteras, ex– tendidas sobre un piso de madera mal pulida y apenas elevada sobre el suelo, sirven de lecho en la noche, de sofá en el día, a todos los miembros de la familia. No obstante, la hamaca, este lecho movible y voluptuoso, tan apropiado para las costumbres afeminadas de los criollos, es el mueble de primera necesidad en cada casa. Su tejido es de rara finura, teniendo gran reputación los obreros de Guaya.. quil para estas confecciones. Para concluir con el mobiliario de un peruano, debo decir que la habitación del gobernador, era la única que hacía excepción a cuanto acabo de decir: allí vimos, en efecto, algunos bancos colocados en torno de una gran sala de recepción, al medio de los cuales había una mesa, y algunas butacas gótica-5 en las esquinas. Habrá que prestar crédito a las expresiones del señor Otoya, capitán de puerto, quien aseguró a cada oficial de la expedición de "La Coquille", que esta absoluta sobriedad debía de ser atribuída a lord Cochrane, por las órdenes del cual, los soldados rompieron todos los muebles de los habitantes de Paita, después de haberse tomado esta ciudad, con el propósito de asegurar la coloca– ción de los objetos domésticos con que se hallaban cargados dos navíos ingleses fondeados en la rada con su escuadra. Esta injuriosa suposición me ha parecido gratuita, y yo la trasmito tal como la he recibido, por lo que vale. La gente del pueblo se halla en la más grande miseria. Su exis– tencia es de una profunda abyección, y se mantiene dentro de una insigne pereza y un desagradable desaseo. Es cierto que las viviendas de los insulares de la Mar del Sur están muy por encima de las de modestos hombres que se llaman civilizados. Una caldera de fierro, vasos hechos con las cortezas de calabazas secas, una tosca hamaca en fibra de pita o de los residuos de las palmeras, es lo que com– pone toda la fortuna mobiliaria de una familia. Las calles de Paita son derechas, y las cabañas, colocadas en dos o tres filas, están juntas y sólo con una separación entre ellas como para dejar entre los cuadros estrechos pasajes. Algunas tien.. das dedicadas al servicio público bordean el mar, y ha sido instalado sobre la playa un cómodo desembarcadero; en la parte meridional, hay talleres para pequeños navíos, y durante mi permanencia, había en construcción dos embarcaciones costeras. ¡Para esta escasa po– blación se han construído solamente dos iglesias! ... Pese a que están techadas de paja, constituyen los más suntuosos monumentos de este lugar miserable, habiendo un- brillo en el interior, con ese lujo con
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