Relaciones de viajeros

376 ESTUARDO NU~EZ reina,con despotismo, la más absoluta ignorancia y el fanatismo más egoísta. Paita, como lo he dicho ya, es un lugar muy cómodo para la introducción de objetos de contrabando, el que se realiza allí casi abiertamente, no desdeñando siquiera las autoridades tomar alguna parte en él. Hasta los mismos sacerdotes lo exaltan, porque en ello encuentran su interés; y por otra parte, los comerciantes, familiari– zados ~on los prejuicios de los habitantes, no dejan de procurar que aquéllos les sean ventajosos. Es así que, durante mi permanencia, un navío americano, cuyo cargamento consistía en telas y en artícu– los de moda calcados de los productos de Francia, vino a anclar en la rada. Declaró que se dirigía a Guayaquil, y que no hacía escala en Paita sino para pertrecharse de alimentos. Ahora bien, mediante este ardid, no había que hacer declaración alguna de carga, ni pagar nada por derechos de aduana, ni nada de visitas ostensibles. Sin embargo, su cargamento debía salir por Paita y Piura, al interior del Perú, pues tal era su destino. El capitán distribuyó su coima en manos de las autoridades militares y de la aduana, y luego regaló a las iglesias, como un testimonio de agradecimiento por la buena acogida que se le había tributado, un Cristo moldeado en pasta de cartón, pintado y barnizado con un gran cuidado, y un niño Jesús, de la misma composición. Vestidos adornados con oropeles, fueron destinados a renovar las viejas imágenes, que estaban deslucídos en las hornaci– nas que ocupaban. Toda la población quedó maravillada ante seme– jante presente, y asistió, como en un día de fiesta, al desembarco de estas reliquias, a las que fueron a buscar embarcaciones con ga– llardetes y llenas de músicos. Su llegada a la playa fue saludada con petardos y cohetes y disparos de fusil, y fueron testimonio de la ale"' gría general. Como es fácilmente comprensible, el capitán tardó mu– cho en renovar afgunas libras de legumbres secas que necesitaba, mientras su cargamento se colocó completamente en la región, sin que el tesoro de la república percibiese un centavo de todo ello. Es evidente que esta imagen de cartón resultó una providencia para el traficante luterano o protestante, que confió en el éxito lucrativo de su lejana expedición. La población de Paita está compuesta casi exclusivamente de peruanos descendientes de antiguas familias incaicas, o de mestizos, producidos por el cruce con negros trasplantados de Africa. Los es– pañoles están allí en escaso número, formando una casta privilegiada que profesa un menosprecio soberano por el pueblo, que tiene todos los vicios de ella. La administración de la región está sometida a un gobernador que tiene bajo su jurisdicción al capitán del puerto y a

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