Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 381 La aldea de Colán, construída en medio de una llanura areno• sa muy vasta, se extiende al norte de Paita, más o menos a una dis– tancia de tres leguas. Toda la verduda que percibe el ojo en la abra– sada superficie de un suelo areno?o y movedjzo, son unas mimosas de torcidos tallos y de débiles hojas. Los indígenas han sido obli– gados a transportar sus cabañas a este lugar para evitar los eflu.. vios de los pantanos que los destruía cada año, y estar, así, a las orillas de un arroyo, allí donde habíase establecido primitivamen– te la aldea. Los alrededores de este río, cubiertos de légamo, son muy fértiles, siendo, pues, allí que los habitantes de Colán han he– cho sus cultivos, cuyos productos alimentan Paita, en parte. Sin embargo, aunque la permanencia de la población sea temporal en este lugar, y que los cultivadores no van allí sino para los sembríos y las cosechas de los productos que dan estas propiedades, se ad– vierte que la mayor parte de las familias ofrecen un estado sani– tario poco satisfactorio, y que las fiebres hacen grandes estragos en ellas. La población de Colán está formada por peruanos de raza pura. El gobierno español les permitía que nombrasen un cacique, una especie de jefe cuya jurisdicción tiene un gran parecido con la de las funciones de alcalde de nuestras comunidades rurales. Con todo, este jefe no puede ser nombrado sino por un tiempo limita– do, y tampoco puede ser reelegido sino después de haber perma– necido fuera de la función. Estos apacibles americanos, convertidos por los misioneros, desde las primeras conquistas españolas en el Nuevo Mundo, aislados en un punto, desde donde las comunicacio– nes con el interior son raras, y nulas, casi, con el extranjero, son de una gran simplicidad de costumbres. Para ellos sólo existen dos c]ases: los pobres, que se consagran a la pesca, y sacan del mar su subsistencia, y los agricultores, que poseen las tierras regadas por el río de la Chira o están situadas en los valles y las gargantas de las montañas que se extienden a algunas leguas al norte de Colán. Los peruanos de la sierra, casi todos vinculados con los de Colán, tienen todavía menos oportunidades que éstos para renovar sus ideas estacionarias y pasivas desde hace siglos. Es de Colán o de Lambayeque que los habitantes de Paita traen, valiéndose de mulas, no solamente las legumbres frescas, la leche y las provisiones dia– rias, sino, asimismo, el agua que sirve para beber, que es reclama– da para el servicio usual de los hogares. Dos o tres familias de ori– gen europeo, y a causa de ello muy orgullosas de ese título, viven P-n Colán, donde son rodeados con gran respeto por los nativos, aunque evitan con mucho cuidado contraer alianza con ellos . Los peruanos de este distrito forman entre ellos una tribu, el número
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