Relaciones de viajeros
RELAéíbNES DE VíAJERóS to de los desembarcos comerciales, son interesados, resueltos y turbulentos. Colán es una aldea más grande y más poblada que Paita, cal– culando que llega a dos mil el número de su habitantes. Sus calles son bastante rectas, sus casas están alineadas regularmente, y de– lante de la iglesia que está situada al sur, se ha dejado sin cons– truir un espacio que constituye una plaza regular y vasta, al medio de la cual se alza una cruz. Al nivel del techo de las casas, hay es– teras apoyadas sobr e postes, con lo que se protege el contorno de la acción del sol. Todas las cabañas son de esteras hechas con del– gadas cañas , que se apoyan sobre una estaca clavada en tierra. Las paredes laterales se mantienen por cañas semejantes a las de Pro– vence. Algunos gruesos bambús de Guayaquil forman los cabrioles sobre los que se extienden las esteras, o mej or, pequeños manojos de cañahejas o de juncos, que se r ecogen en los pantanos del río Colán. Es fácil concebir qué aspecto miserable debe ofrecer esta aglomeración de chozas, y qué aspecto salvaje y repelente les dan las arenas errantes del con torno. Una vasta extensión de terreno en torno de Colán es de una espantosa esterilidad, no percibién– dose algunos vegetales sino a tres leguas hacia el norte, en los con– tornos del río, que toma en este lugar, y perdiéndose en el mar por varios arroyos, el nombre de Río de Colán. Este pequeño río tiene su fuente en la cadena de montañas de la costa, que se llama Guan– guabamba [Huancabamba. N. del T.], pasa a un pueblo que se lla– ma Punta, situado a nueve leguas del mar, y con mil habitantes, y en seguida a Laguay, riega Amotape, Chira, donde cambia de nom· bre·; y al terminarse, no tiene sino de cinco a seis pies de profundi– dad. Este río provee de agua que se bebe en las aldeas circunveci– nas y particularmente en Paita, a donde la llevan en calabazas, a lomo de burro, siendo vendida en ellas a precio caro, t anto como el vino de Francia. Esta agua terrosa, conteniendo muchas sales en disolución, es malsana, de difícil absorción y ocasiona diversas en– fermedades. La gente un poco acaudalada no la bebe sino después de haberla filtrado a través de una piedra de alcantaras, especie de tierra arcillosa, muy permeable al agua, la que se insinúa a través de las porosidades de su sup'"'rficie. Se asegura que muchos caima– nes viven en este río, y los señores d'Urville y Gabert que pasaron una noche en una habitación, creen haberlos oído. Una vegetación activa debida a la humedad y a la calor, recubre los lugares pan– tanosos que deben su existencia a sus desbordes, contrastando por su frescura con el contorno de la bahía que es seca. Colán posée una iglesia bastante grande, que fu derrumbada
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