Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 387 suelen agregarle a menudo, al final de la comida, la chicha, líqui– do obtenido por la fermentación del maíz, y que tiene propieda– des muy embriagadoras. He probado esta bebida, cuyo sabor pas– toso se confunde con un sabor agrio no desagradable. Tiene una consistencia que se asemeja a la del café con leche, del que también tiene el color. En la preparación de la carne, casi siempre le agre– gan ají largo, y comen crudo una especie de ají muy pequeño y re– dondo, acre y picante, de cáscara de ~n blanco ligeramente rosáceo. En la época de mi permanencia, eran allí abundantes los plátano~, principalmente los higos-bananas, así como los guineos. Los prime– ros, de pequeños frutos, llenos de una pulpa dulce y fundente; y los segundos, llamados platana, de frutos largos y estrechos, que no se comen sino cocidos y sazonados con azúcar. La playa de Colán no es abordable para las embarcaciones co– rrientes, hasta la entrada del río, a causa de una fuerte resaca que se deja sentir en estas playas planas y en declive. Tampoco pueden llegar a ellas las embarcaciones de los navíos, sin exponerse a ries– gos. Los habitantes, para facilitar entonces el comercio por mar, han adoptado el uso de medios simples de navegación, pero apro– piados a las localidades. Han construído balsas, semejantes a los que en la India se llaman catimarons, balsas formadas con tablones juntos, unidos en los extremos por travesaños sólidamente ama– rrados entre sí. Estos tablones forman un primer plano por encima del agua y soportan cuatro o cinco filas de tablones dispuestos c~ mo los primeros, y que terminan en una plataforma sobre la que se extienden las mercaderías. Un mástil asegurado por algunas cuer– das, se levanta al centro, permitiendo manejar con la vela esta tos– ca embarcación o más bien balsa, que poco teme a las encalladuras. También se sacan muchas ventajas de las balsas o cueros inflados de aire, reunidos por una plataforma, las que son manejadas fácil– mente por dos hombres. Es así como se transporta la sal gema a lo largo de la costa, que tanto abunda en Sechura, en Cataké, en el ca– mino a Piura, cuyos productos constituyen la rama más viva del comercio exterior de este punto del Perú. Sin embargo, los pesca– dores llaman también balsas a toscas almadías en las que se aven– turan muy lejos de la orilla para echar sus redes, no componién– dose éstas sino de tres o cuatro troncos de árboles no desbastados, los que están fuertemente amarrados entre sí por cortezas filamen· tosas y tenaces de passayas. Correhuelas torcidas de pieles de buey hacen las veces de cuerdas, y en cuanto a sus redes, no difieren absolutamente por su textura y su forma de las de los pescadores europeos. A este respecto, no puedo pasar en silencio una ob erva-

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