Relaciones de viajeros

388 ESTUARDO NU&EZ ción que, aunque insignificante de primera intención, puede, no obs– tante, por la reflexión, ofrecer una prueba moral de más a nuestras ideas sobre el hombre considerado como un ser creado. Y es que en todos los pueblos más alejados y más distantes, las razas más opues– tas por sus costumbres, los más separados por la coloración de la piel, tanto entre el hombre civilizado como entre los que califica– mos de salvajes, digo que por todas partes, las redes tienen la mis– ma forma, y prueban, a mi juicio, que la primera industria del hombre, fue buscar su subsistencia, extrayéndola del fondo del mar, cuando él vivía en las orillas, o conquistándola mediante la caza y el cultivo, cuando se hallaba en el interior de las tierras. Pero regresemos a Paita; los recursos de este pequeño puerto son, pues, casi nulos para un navío en escala. Los balleneros ingle~ ses o americanos no hacen escala allí sino para proveerse de algu– nos sacos de legumbres, cuyo precio es menos elevado que en los otros puertos del Perú. Además, se encuentran a escasa distancia de Selango, a donde tienen la costumbre de dirigirse para renovar sus provisiones de agua dulce. Selango, situado debajo de la línea, está por otra parte próximo a las islas Galápagos, en torno de las cuales cruzan los pescadores de cetáceos en ciertas épocas del año, cuando los cachalotes van allí desde diversos puntos del Océano Pacífico. El número de navíos ingleses o anglo-americanos que surcan el Gran Océano, es considerable. Estos dos pueblos poseen en el más alto grado el gusto de las especulaciones lejanas, al mismo tiempo que sus marinos poseen la tenacidad necesaria, tanto como la ex– periencia, para convertir en éxito misiones aparentemente azarosas. Asimismo, ¡cuántos navíos se despachan de los puertos de Inglaterra para que se dirijan a las islas Kanguro a matar en ellas a los ani– males de este nombre, apropiadcs para muchas aplicaciones en las artes! ... A veces, estos barcos completan sus cargamentos remon– tando a lo largo de las costas de la Nueva-Guinea, para negociar en ella el oro en polvo; hacen escala en las Nuevas Hébridas para pro– veerse de algunas aves, pasan a las islas de los Amigos para bus– car en ella perlas puras y de buen oriente, se dirigen con ""el mismo objeto a las islas de la Sociedad y Pomotu, donde reciben, además del nácar y escamas de tortuga, aceite y fécula de arrow-root; en– cuentran ámbar en las islas Carolinas, recogen madera de sándalo en Ravavaé, en las íslas Viti y Marquesas, asi como en Pylstaert; tocan en Ouai-Toutaté y en Palmerston para pescar holotúridos trépangs; y en fin, van a China y a las Malucas para traficar con sus cargamentos primitivos y hacer otros destinados al consumo de

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