Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 407 zas usaban grandes gorras azules, similares a las de los dragones británicos, y en ellos lucían una placa de bronce en la que se leían grabadas las palabras "el Rey". Sus mosquetes relucientes prove– nían de la Torre de Londres. Después que nuestro barco hubo fondeado, el capitán bajó a tierra llevándome como intérprete (aunque fuese muy incompeten te) para localizar al gobernador en el puerto, y procurar obtener nuevas prov1s10nes y agua. La casa del gobernador estaba cons– fruída en un terreno amplio, en el centro del pueblo, con algunas higueras a la entrada. La casa era de un solo piso y estaba mediana– mente amoblada. El gobernador estaba "a las puertas de la muer– te". Parecía ser un hombre de edad madura, quizás de 60 años de edad, mientras que su esposa, que era casi blanca, parecía una alegre joven de 17 años de edad y portaba un pequeño infante, su único hijo, en brazos. Mostraba ella un semblante de dolor y pude adivinar que sufría no tan to por los sentimientos de la pérdida, que por su creencia en la mortalidad, como si su esposo se mar– chara por cualquier otra causa. En el mismo cuarto con el gober– nador, habían varios oficiales espléndidamente uniformados a quienes los reconocí instantáneamente por ser viejos españoles, con los bigotes rizados y su arrogancia característica. Las casas, las iglesias y barracas de Arica, son blanqueadas por dentro y por fuera. Las primeras tienen un solo piso con el techo, los costados y la puerta frecuentemente bardados con jun– cos. Los pilares, la vigas, etc., son de bambú y no más gruesos que la muñeca de un hombre. Al lado de la residencia de cada persona, existen pequeños patios cercados con los mismos materiales; cer– cas que a menudo son de 15 pies de altura. Las casas de las clases más pobres no parecían contar con muchas comodidades; no se veían ni sillas ni mesas. Las camas en estas casas eran mayormente confeccionadas a base de juncos; sus utensilios de cocina eran de barro. Las iglesias en número de 4, formaban un notable contraste al lado de las casas. Su arquitectura era sólida y hermosa, pero no pude echar una mirada al interior. Al norte de la ciudad, al rededor de 2 millas de distancia, se encuentra e1 cementerio de Arica. La pared que rodea a este sagra– do lugar es de ladrillo, de 7 pies de altura, tiene una portada am– plia o entrada mucho más alta que la pared que lo rodea, la cual está decorada con apropiados emblemas de la mortalidad; como el reloj de arena, el tiempo y su guadaña, etc.; y abarca un poco más de 3 acres de área. La necesidad obligó probablemente a los ariqueños a fijar su cementerio lo más lejos de la ciudad.
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