Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 427 pidiera nos diera alojamiento para la noche. No podré olvidarme fácilmente de la angustia de la pobre señora, quien rompió en llanto y exclamaciones cuando se enteró de las órdenes del Gobernador. Dijo que si no tenía pan ella, menos tendría para oficiales del Es– tado. . . Además de su pobreza era una mujer sola, y era también, una crueldad inhumana de parte del Gobernador el imponerle tan pesada carga sobre sus hombros. Le propuse al oficial que regresara dond... el Gobernador a preguntarle si podía mandarnos a otra casa donde fuera menos penoso para sus habitantes el recibirnos, pero él se opuso diciendo que el Gobernador lo había ordenado así, y que de otra manera sería igual, puesto que los otros habitantes de Ba· rranca también se quejarían de pobreza. En consecuencia determiné tranquilizar a la señora. Pensando que su principal objeción era la pobreza de los oficiales patriotas que generalmente viajaban a ex– pensas del Estado, y los ciudadanos reacios a quienes ellos daban alojamiento y temporal hospedaje, le declaré mi idoneidad y dispo– sición a compensarla de todos los problemas y gastos que le ocasio– náramos, siempre que ella consintiera en recibirnos. Acostumbrada como estaba a la ruda imposición de extranjeros en su casa, pronto perdió la reserva que naturalmente se podía es– perar por la forma en que habíamos sido presentados, y nos trató con la amabilidad familiar de visitantes amigos. El joven oficial también recibió mejor bienvenida que al principio. Sociable por na– turaleza, estaba muy contento con la novedad de sus nuevas relacio– nes y no tenía el menor deseo de irse, después de haber cuinplido con la importante orden que había recibido; atribuyéndose el hecho de haberme conseguido un buen alojamiento, pasó la tarde con nos– otros, consintiendo en participar del banquete que nuestra dueña de casa nos preparó en la mejor forma que pudo. Esta gran casa y excelente residencia había pertenecido a un realista, quien había desaparecido después de haber sido despojado de todos sus recursos visibles con los que su familia se mantenía. Desde entonces se enviaban ocasionalmente a los viajeros donde esta desamparada mujer para que les diera alojamiento, y de esta manera agravaban su desdichado cambio de fortuna como a modo de cas– tigo, lo que frecuentemente se practicaba con esta infortunada clase de ciudadanos. A las 6 de la mañana del día siguiente, 7 de junio, el Gobernador mandó cambio de caballos al guía que debía acompañarnos ha ta Pativilca; el guía de Huacho había sido enviado de regre o con los caballos que pertenecían allá. Mis peores presentimientos se reali-' zaron cuando trajeron los nuevos caballos. Eran tal como los pri-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx