Relaciones de viajeros
34 ES!UARDO NU.&EZ Trujillo, 15 de julio de 1823 Cuando le escribí mi última carta al Sr. S. , no tenía la me– nor idea que la próxima carta iba a ser escrita en este lugar. Sin embargo, éste es el caso, y procederé a mencionar las circuns– tancias que me han traído aquí. Es muy probable, que los últimos acontecimientos sucedidos en Lima, lleguen a sus oídos algunos días antes que esta carta llegue a sus manos. El ejército español entró a la ciudad el 18 del mes pasado, habiendo dejado Lima, el día anterior, el Gobierno, el Congreso y un buen número de habitantes. Me atrevería a pensar en su ex– trañeza, después de mi última carta, en la que le cuento los favo– rables acontecimientos ocurridos, referente a nuestros asuntos. También fue, para nosotros, algo de llamar la atención, y no muy pocos quedaron consternados con la noticia. Me referí en mi última carta, a la fuerza tan considerable que los españoles habían recolectado en Jauja. Dejaron Arequi– pa y reunieron gente en Jauja, con la intención de ir hacia Lima. Ellos hicieron este movimiento, cuando el ejército independiente tenía muchas bajas, y cuando no tenían suficientes fuerzas para oponerse a la toma de la capital por los españoles. Sin embargo, cuando con sus tropas reforzadas llegaron de Cólombia y enviaron una expedición a Arequipa, no pensamos, absolutamente, que ellos perseverarían en su intención de atacar Lima. Por el contrario, pensamos que ellos retrocederían, inme– diata y rápidamente hacia Arequipa o Cuzco, con el fin de asegu- rarse las posesiones que tenían en esas valiosas provincias. En todo caso, el hecho sucedió de otra manera y ahora com· prendemos, que habían sido informados del verdadero estado de las tropas de sus oponentes. Los españoles cruzaron los Andes y llegaron a Lima, en una forma rápida e inesperada, con una fuer– za de 7.000 hombres bien disciplinados. Habiéndose presentado en los alrededores de la ciudad, fue– ron reconocidos por los Generales independientes y, tan pronto como se dieron cuenta del número y disciplina del ejército espa– ñol, juzgaron imprudente arriesgar una batalla con ellos, ya que el ejército patriota contaba apenas con 5.000 hombres, y muchos de ellos eran simplemente reclutas.
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