Relaciones de viajeros
474 ESTUARDO NU~'EZ visitado; confío que las damas de Lima, con su talento y vivacidad innatas, si tuvieran las maestras necesarias competirían con mu– chas de nuestras bellezas europeas. La gran cantidad de trabajos publicados en Europa acerca de la grandeza y decadencia de esta alguna vez opulenta metrópoli habrá dado una idea muy rara de sus habitantes; pero muchos de los autores sólo han presentado al zambo mulato y población mixta y en sus descripciones de las maneras y costumbres de limeños sólo han observado el lado ne– gativo, y olvidado que hay bueno y malo en Londres, París y Ma– drid; ¿y por que no lo va haber en Lima? En Enero supimos de la derrota del general Santa Cruz en el Alto Perú; la división del general Sucre, Miller y Pinto también ha– bía sido tomada por sorpresa en Arequipa; pero éstos habían com– batido hasta salir a la costa y se habían embarcado para el Callao; la goleta Montezuma, en que el general Pinto se embarcara, cayó con el convoy que traía a la división del coronel Benavente de Ari– ca, donde se habían visto obligados a embarcarse tras de haber destruído sus caballos (yo perdí dos); luego de una pequeña con– ferencia se determinó que las tropas regresaran a Chile, la infan– tería a Coquimbo y la caballería a Valparaíso; los coroneles Aldu– nate y Sánchez, que estaban a la distancia, embarcaron para el Callao, que era el lugar de reunión. En esta ocasión el general Pinto salió jalonado de un peligro, con un buque pirata español al mando del valiente italiano Martelini, que embistió al Montezu· ma, pero el intrépido capitán Wynter y la tripulación que lo acom– pañaba, inglesa en su mayoría, la defendió con tanto valor y tanto éxito que obligó al buque-pirata, de mayor envergadura, a huir con gran pérdida de muertos y heridos. La infantería demoró treintinueve días en llegar a Coqui.mbo, pero los que fueron a Valparaíso en un barco inglés, el Sesotris, hicieron la travesía en veínte días, y no sufrieron como sus cama- radas. . Los coroneles Aldunate y Sánchez, desembarcaron sus tropas parte de las cuales fueron acuarteladas en la fortaleza del Callao y el resto en Bella Vista. El escuadrón de caballería que yo esperaba estuviera bajo mi comando, llegó bajo el mando del mayor Latus, chileno, oficial del Servicios de Buenos Aires; habían también dos capitanes oficiales del servicio de Buenos Aires; el capitán C. C. Wood, del cuerpo de ingenieros (inglés) también llegó y me informó que el general Pinto le había dado el mando al mayor Latus como consecuencia de haber
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