Relaciones de viajeros

38 ESTUARDO NUI'l:EZ Lima, 8 de agosto de 1823 Mi última carta a Ud. estaba fechada el 9 de noviembre, y espero haya llegado bien a sus manos. Aunque es considerable el intervalo de mis cartas a Ud. , yó siempre supongo que estará informado de lo que me ocurre acá, durante esos intervalos, a través de mis cartas dirigidas a nuestros amigos mutuos de Edim– burgo. Por lo tanto, considero innecesario repetir lo que ha pa– sado aquí, desde la última vez que le escribí, y seguiré con las úl– timas noticias de la actualidad. Siento que tenga tanto que decir, que me puedan llamar de naturaleza adversa. En mi carta al Sr. H. de Trujillo, expuse las causas por las cuales dejé la capital para ir a esa ciudad, y expre– sé también los cambios favorables que me indujeron a regresar. Llegué felizmente a este lugar el 2 de los corrientes, des– pués de una ausencia de casi siete semanas. Encontré, a mi re– greso, que todo lo que había dejado estaba en orden y que nadie lo había tocado. Los españoles es.tuvieron en posesión de Lima, exactamente, 28 días, durante los cuales causaron considerable daño a la ciu– dad, exigiendo contribuciones, confiscando propiedades, etc . La cantidad de pérdidas, de una manera u otra, se estima en dos millones de dólares. Toda la mercancía perteneciente a los comerciantes ingleses, que estaba en sus propios almacenes, fue respetada y no se halló pérdidas en esto. Fueron permitidos de sacar la mercadería que tenían en la Aduana, previo pago de cuarenta por ciento de dere– chos. El resto de la mercancía, perteneciente a los peruanos, fue confüscada y vendida en el mismo sitio. La protección que recibieron los ingleses, se debió a la inter– vención del Comadante Naval Británico del lugar. Con todo, el General español dio a entender a los comerciantes ingleses, que, aunque esta vez había respetado sus propiedades, no lo haría en un futuro, sino que les confiscaría todos sus bienes, a su regreso a Lima; de este modo, ellos deberían considerarse como advertidos de antemano, de lo que les podría pasar. Yo escuché en Trujillo, que los españoles habían destruído el Palacio, la Casa de la Moneda, y otros edificios públicos. Sin em-

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