Relaciones de viajeros

:RELACtóNES DÉ V!ÁJERÓS 48i nos persigmo, para lo cual ya estábamos preparados, teniendo a bordo muchos mosquetes y municiones, lo mismo que algunos de– sertores que se habían refugiado con nosotros. Aunque el capitán Gill ya era entrado en años, él y su piloto que ya había sido maes– tre de H. M. Blossom (británico), parecían determinados de ac– tuar a la defensiva. El bergantín le pertenecía a Mr. Gladstone, de Liverpool, y el capitán, maestre y tripulación merecían una buena recompensa por salvarlo, pues se le había tomado como transpor– te, y por lo tanto se le podría haber capturado y hasta condenado. Cuando ya no estuvimos al alcance de las baterías, nos pusimos al pairo, nos metimos en nuestros botes y nos acomodamos y tras una travesía agradable llegamos a Valparaíso el cuatro de Marzo. ¡Qué escapada providencial! La fortaleza cayó en manos de los españoles el 10, y aquellos patriotas que no fueron fusilados o transportados a la isla de Chucuito en el lago Titicaca, tuvieron que pasar los horrores del hambre, pues 3,800 individuos, prisio– neros, refugiados y la guarnición, murieron de la manera más mi serable, entre los que estaba el Marqués de Torre Tagle, ex-presi– dente con toda su familia, el conde de Lurigancho, ex-presidente, y un número de peruanos ricos que habían resultado traidores a la causa patriota. El gobernador español, general Rodil, soportó el bloqueo y el sitio por dieciocho meses y tras haber consumido hasta el último caballo, mula, asno, perro, etc y todo lo que pu– diera sostener la vida humana, capituló honorablemente el 19 de Febrero de 1826 y se embarcó a bordo del H. M. S. Briton con el capitán Sir Murray Maxwell. En el momento de desembarcar, fui a visitar al gobernador general Zenteno, y lo puse en antecedentes de lo que ocurría; se quedó espantado al oírlo y me informó que el capitán Freyre ha· bía salido para Concepción para ponerse al mando de una expe– dición contra Chiloé, donde mandé todos los detalles; también co– muniqué los hechos al general Miller, que estaba en los baños de Colina. El gobernador no pagó mi pasaje, pero me dijo que hicie– ra un memorial al gobierno para que lo autorizaran a que pagase al capitán por haberme traído, lo mismo que haber traído arios artículos como armas, provisiones, etc., que pertenecían al desta– camento chileno que debía haber salido para Valparaíso. Algunos de los más enterados de Valparaíso no querían dar crédito a mis palabras porque decían que yo era O'higgini ta; pero su propia experiencia pronto los convenció de lo qu no qu - rían admitir de mi experiencia; muchos eran comerciant qu trataban con el Perú, y éstos sufrieron bastante.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx