Relaciones de viajeros

RELACIO ES DE VIAJEROS 45 Los actuales vigorosos esfuerzos, son excesivos para lograr desaparecer, también, esta sola distinción entre la humanidad, la cual puede llegar a realizarse muy pronto. De esta manera, se deja a cada alma en posesión de este tesoro, cuya sola lectura, puede muy bien hacer que su alma sea digna de consideración e importancia . Me siento feliz de poder decir que algo se ha hecho ya acá, y que los proyectos para el futuro, son prometedores. Durante los últimos años quizás hayan circulado alrededor de mil copías de la Biblia completa, en castellano, y un número mucho mayor, del Nuevo Testamento, también en castellano. Es verdad, que es. un número muy pequeño comparado con el número de habitan– tes, pero se puede considerar como un buen principio; y Ud. sa– be que no debemos despreciar las cosas pequeñas, sino recibirlas con agradecimiento, y como un estímulo a la perseverancia . Inmediatamente después de la rápida venta de las 500 Biblias en castellano y de los 500 libros del Nuevo Testamento, en esta ciudad, tal como le mencioné en mi carta del 18 de octubre, es– cribí a Londres, para que me enviaran un buen número de ejem– plares; estaba entonces, a la expectativa diaria de su arribo. Los libros enviados por la Sociedad Bíblica Británica y Ex– tranjera que yo esperaba con tanta ansia, llegaron, como supe después, pero no a este lugar, sino a Buenos Aires y a Chile . Por mucho tiempo esperé con ansia la llegada de estos libros a esta ciudad y a los otros países. Después de esperar por varios meses, re– cibí una carta de la Sociedad, informándome que toda la edición de la Biblia había sido entregada pero que cinco mil Nuevos Tes– tamento se me enviarían tan pronto como estuvieran encuader– nados. Estos todavfa. no han llegado, pero yo estoy a la expecta– tiva de ellos. Hablaré ahora de la nueva traducción del Nuevo Testamen– to, lo que estoy haciendo lo posible por conseguir en este lugar. Supongo que Ud. estará enterado, que la mayor parte de los ha· bitantes del Perú, son descendientes de los antiguos peruanos. La lengua que hablaban en el Perú, en la época de los Incas, era el quechua, y este lenguaje, con algunas variaciones, continúase ha– blando en el presente, por las dos terceras partes de los habitan– tes del país . Desde mi llegada al Perú, he deseado poder obtener una tra– ducción de parte o todo el Nuevo Testamento, a la lengua que– chua. Al fin he conseguido que se comience y bajo circunstancias muy favorables. Ya están traducidos a este idioma antiguo, los si-

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