Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 59 resto del edificio, aludido anteriormente. Antiguamente no esta– ban separados completamente, pues habían dos entradas como puertas, entre las dos partes. Sin embargo, la hice tapar, puest') que no sabía qué clase de compañeros podría tener en los dos frailes, que habían sido dejados para el servicio de la iglesia; por las características de algunas de estas personas y por el hecho de haber perdido el colegio, y de haber sido puesto en manos de los protestantes, no podía augurar mucho bueno de su vecindad. No obstante, hemos vivido en buenas relaciones, y nuestro largo conocimiento mutuo se ha convertido, pienso, en una amis– tad. Tuve una prueba de su amistad, la cual no esperaba, cuando la entrada de los españoles a esta ciudad. El Fraile encargado principal de la iglesia, me llamó una ma– ñana y me dijo, que había oído que el Conde de ViLlar de Fuente, iba a ser nombrado Gobernador de Lima. Ahora, dijo, aunque él es un buen hombre, es muy amigo de loe: frailes y es muy posible que lo presionarán fuerte, para recobrar su colegio. Ud. debería de esta manera, continuó, tratar de ver al Gobernador lo más pronto posible, no sea que ellos comiencen antes y sea desventa– joso para Ud. Le agradecí muy amablemente por su insinuación y consejo, y le dije que estaba muy contento de tener una prueba de amistad para conmigo. Fui a visitar al Gobernador poco después de su nombramiento, contento con el aviso y consejo de mi amigo, y lo encontré muy bien dispuesto a continuar con nuestra escuela y a favorecerla. Lima, 29 de marzo de 1824 El Griego, que trajo su carta del 24 de abril y las cajas con– teniendo el Nuevo Testamento ya mencionadas, llegaron al puerto del Callao en un mal momento. La guarnición del castillo de ese Jugar, se había amotinado diez días antes de su arribo, y todo era confusión. La fortaleza y la ciudad del Callao estaban en manos de los españoles, mientras que los patriotas gobernaban en Lima. Bajo tales circunstancias, pensé que era más prudente no bajar los libros, sino esperar por algún tiempo, para ver cómo se tornaban las cosas, y por la misma razón, no le escribí a Ud. El

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