Relaciones de viajeros
68 ESTUARDO NU~EZ ta ahora, sí, y continuará así hasta el fin del mundo, porque Jesu– cristo lo ha prometido. Aquí, mi querido amigo, está la base fir– me, y todo lo demás, esté seguro, es arena movediza e incerti- dumbre. 1 • 1 ··~1 Yo nací católico, y me uní a la religión de mi país, en la cual estaba educado. Sin embargo, no es porque yo haya crecido en es– ta religión, que ahora pertenezco a ella. No, señor, por el contra– rio, cuando llegué a la mayoría de edé'.d, comencé a tener dudas so– bre la religión. Al llegar a esto, me puse a examinar el asunto con di– ligencia y atención, y el resultado fue una gran persuación de su firme e inalterable base, y de la belleza y grandeza de su estruc– tura. A consecuencia de esto, miré la religión católica con gran gusto y seguridad. Me parecía como un gran y majestuoso río corriendo a tra– vés de un extenso continente. Por un lado forma su ruta, cayen– do sobre las rocas e interrumpiendo su curso por tales impedi– mentos; por otra parte, encuentra bancos de arena y diques en su camino, y, después de retardarse un poco por estos obs– táculos, inicia otra vez su ruta, y continúa su noble y majestuo– so curso hasta llegar al océano, enriqueciendo y hermoseando todo lugar por donde pasa. Esa es nuestra religión, y yo la abra– zo con todo amor y la estimo como mi me.ior y único tesoro.. Cuando él hubo terminado, le hice ver, que el plan de la Iglesia explicando todas las dudas y dificuitades referentes al significado de cada parte de la Escritura, y el hecho de poder descansar en tal decisión, tenía la apariencia de poseer muchas ventaias. Que agradable es que podamos fijar nuestra mente en el descanso, con temas de tal importancia donde un error o un equívoco pueden causar muy serias consecuencias. Pero, me parece, dije, que existe una gran dificultad sobre todo esto, antes de que podamos permitir que nuestra mente go– ce de tranquilidad y seguridad, al descansar en un intérprete in– falible. La dificultad de la que hablo, es ésta: ¿Cómo sabré que la Iglesia tiene la autoridad de que Ud. habla? Si yo estuviera com– pletamente satisfecho y seguro de que la Iglesia posee esta auto– ridad, le aseguro que confiaría plenamente en ella. Ud. recuerda que, en una conversación anterior, prometió probar su posición referente a la Iglesia Católica, con evidencias tan satisfactorias, como la prueba que dice que los tres ángulos interiores de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos . Aho– ra, continué observando, yo no puedo ver la evidencia para creer que la Iglesia tiene el poder en cuestión, y no puedo recibirla co-
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