Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 69 mo doctrina hasta que éste convencido. ¿En qué funda esta doc– trina? Baso esta doctrina, dijo, en primer lugar, en las promesas de Jesucristo a su Iglesia, que son las que siguen: "quienquiera que remita sus pecados, ellos serán remitidos, quienquiera que retenga sus pecados, ellos serán retenidos; todo lo que se atare en la tie– rra, será atado en el cielo, y yo estaré con Uds. siempre, aun has– ta el fin del mundo". En segundo lugar, dijo, considerando que las promesas de Jesús a la Iglesia deben, necesariamente, ser cumplidas, yo man– tengo que la Iglesia ha sido guiada por el Espíritu en la forma que he establecido, y, en consecuencia, ella ha proseguido con la misma doctrina desde los días de los Apóstoles hasta el momento pre– sente. Difiero de Ud., contesté, referente al significado y aplicación de los pasajes de las Escrituras que Ud. . ha hecho resaltar. Pero desde que Ud. tiene a la Iglesia para explicarlos, y desde que la Iglesia ya los ha explicado como Ud. dice, nosotros no podemos hacernos frente acá, en campo abierto. Pasemos al otro principio fundamental que Ud. sostiene, es decir, al cumplimiento de esta promesa, en la forma que Ud. lo ha explicado. Entonces, ¿cuán– do me probará que Ja Iglesia nunca ha variado en sus doctrinas? Yo pruebo, dijo, la constancia y la estabilidad de la Iglesia, por la expresión uniforme de los escritores eclesiásticos, desde los días de los Apóstoles hasta ahora. Tan pronto como algún ministro del Evangelio u obispo hubo introducido una nueva doctrina, su propio rebaño y el conjunto de cristianos de todo el mundo levantó el grito contra él. Erro– res surgen de vez en cuando y, también, errores de gran consecuen– cia, pero fueron condenados públicamente, y los individuos que cometieron los errores fueron, de este modo, llamados al arre– pentimiento, o expulsados de la Iglesia. Como deseaba llevar este asunto a su propio origen y deter– minar el exacto punto de nuestra diferencia de ideas, y saber cuál era el punto necesario a establecer antes de que pudiéramos ir más lejos sin ninguna ventaja, le hice la siguiente pregunta: ¿Mantie– ne Ud. que los escritores sobre asuntos eclesiásticos desde los días de los Apóstoles hasta ahora, han sostenido todos las mismas opiniones referentes a la interpretación de la Escritura? No exacta– tamente, dijo, porque han habido diferencias entre ellos, referentes a la interpretación de varios pasajes de la Escritura; y aquí citó va– rias opiniones de San Agustín, San Cipriano, etc. Pero hasta este pun-

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