Relaciones de viajeros

16 ESTUARDO NU.&EZ ra todos nosotros. La altura donde descansamos se llama Chacra y Chacra, por alguna finca, presumo,. de la vecindad, aunque no vimos nada parecido a población. El 24, al romper el día, encontramos que nuestra posición era una meseta, limitada a los lados por montañas paralelas de este a oeste, y terminando en ásperos macizos de figura muy semejante a una ballena de Groenlandia. Esta mañana sentimos absoluta necesidad de una empinada ae codo extraordinaria. Mr. Menoyo evidentemente languidecía, y Mr. Scott, con sorpresa mía, tenía menos ánimo y solidez. Una taza de té caliente, con un vaso de ginebra, nos hicieron revivir., y descendi– mos a un gran llano arenoso, donde hallamos agua salada,, para mi– seria de nuestras infelices mulas. Por este llano nos arrastramos pesadamente cinco leguas largas y llegamos a un pueblito indio con– siderable llamado Aullagas. Hicimos noche en los bordes del canal, así llamado porque se vacía en el lago del mismo nombre. Esta porción de agua es curiosa como canal y portillo del Desaguadero. Casi me recordaba nuestro canal de la ciudad, orgullo de navegante~ terrestres. Aquí las mulas se pasaban en balsas, dispuestas para atracar a la orilla, en forma de canoas, hechas de grandes atados de totora compactamente unidos y asegurados con palos. El 25 cruzamos seis leguas de desierto arenoso que produce en grandes ramilletes una especie de pasto, llamado por los nativos "pasto bravo" por ser espinoso, terminando cada hoja en una espi– na o espiral de mondadiente. Las mulas a falta de otra cosa que co– mer, siempre toman Jos manojos de lado para evitar pincharse. Si calculamos la distancia por el tiempo empleado en atravesar este mar de arena, debemos haber andado diez en vez de seis leguas. El calor era tan opresivo que una mula se cayó, y fue abandonada a su destino. A las 3 p.m. llegamos al pueblito indio de Orenoca,, lugar de considerable población en el cuarto de Andamarca. Tiene ciento cincuenta casas, parte de las que, sin embargo, están desocupadas. Está situado en el declive de un cerro arenoso y estéril. En un pantano del valle inferior crece pasto para el ganado del lugar y unos pocos asnos y ovejas. Algunas chacras en las mon– tañas cercanas proveen a los habitantes de cebada, chicha y corta cantidad de avena, único lugar donde observé el último grano. Sal– vo la bosta de llama, toda la leña que esta pobre gente tiene es raíz de pasto bravo. Las casas son techadas con cactus peruvianus. Parecen ser raza industriosa y cuando se ausentan de casa durante el día, aseguran las puertas con cerraduras de madera, de origen chinesco, a menos que tengan una persona de edad para cuidar

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