Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 19 cabezas blancas, semejantes a topes de casas en una ciudad des– habitada, más que a monumentos de una raza exterminada. Aquí, en el ancho desierto, estaban los cenotafios de Incas y caciques a miriadas, pertenecientes a un pueblo olvidado. El hombre había destruido al hombre, hasta ser éstos el único recuerdo de su exis– tencia. También la naturaleza como él ha de haber decaído, pues la llanura arenosa por donde marchábamos debe haber sido an– tes fértil, y mantenido gran población, de que estos monumentos eran despojos. La escena era triste con referencia al pasado o al presente. Viajamos ocho leguas y nos paramos en un manchón de cés– ped llamado Lagunillas, por su vecindad a un lago demasiado sa– lado para beber. La tierra en el borde de nuestro campamento, sin embargo, nos dio agua excelente. Nuestras mulas, aunque des– cargadas, parecían grandemente acongojadas y llegaron una hora más tarde que la tropa del arriero. Como los arrieros se quejaban de nuestra demora en levan– tarnos, desperté temprano a mis compañeros, hice hervir primero la pava, y nuestras mulas salieron media hora adelante; pero, en estado tal de cansancio, que temíamos que algunas no pudieran aguantar la jornada, que terminó en una pampa, después de su– frir calor excesivo. Hicimos diez legu~s, que parecieron doce re– corridas entre fuego. Un pueblito indio llamado Cosapa, estaba so– lamente a media milla, donde no pudímos conseguir más que pan pasablemente fresco. El siguiente día, al revistar nuestras fuerzas, hallamos que fal– taba un peón y dos mulas del completo. Un número de los otros ani– males estaban tan cansados que fue necesario dejarlos atrás con Mr. Scott, en la esperanza que se repusiesen con un poco de descanso. Como aliciente adicional para que se quedase, encontramos que los cerros donde habíamos dormido abundaban en minerales, uno de ellos era, en forma y altura, copia de Potosí. A consecuencia de este arreglo no marchamos todo el día. Paramos en un lugar llamado Guaylas, con agua buena y abundancia de un pastaje, denominado "ciénagas" que crece exuberante en los salares de que estos va– lles abundan, siempre que estén en vecindad de agua dulce. Aquí, como en Lagunillas, se ve el fenómeno de un salar que produce pas– to nutritivo para los animales, a causa de erupciones espontáneas de manantiales de agua dulce debajo de él. Esta era linda situación cercada de tierra, en que un indio industrioso, aprovechándola, ha levantado una choza, y criado lindo rebaño de llamas y ovejas. Nos

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