Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 313 para asegurar la victoria". Las tripulaciones de la Valdivia de Ja Independencia y del Araucano componíanse de los mismos ~lemen tos que los del O'Higgins; apenas tenían el número suficiente de ma– rineros para la maniobra, en su mayoría naturales de las diferentes partes de América, marinos y negros vagabundos, sin tener siquiera la mitad de los oficiales que les eran indispensables; era tal, sin embargo, el carácter perseverante del almirante y tal su firme reso– lución de concluir con los últimos restos de las fuerzas navales es– pañolas en el mar Pacífico, que su más ardiente deseo era poder empeñar una acción con ellas. Después de haber dejado Guayaquil tocamos en un puertecillo de esta provincia llamado Salango, para hacer la necesaria provi– sión de agua, no embarcada antes por desear el almirante descender el río con la menor carga posible; además, hubiera sido difícil pro– curarse en Puná suficiente cantidad de agua buena. El 11 llegamos a la isla de Cocos, así llamada a causa de la abundancia de esos frutos. Lord Cochrane desembarcó y pronto vimos un jabeque en la mar. La Valdivia recibió en seguida la orden de capturarle, y ha– biéndolo hecho, resultó que había desertado del Callao. Los tripulan– tes dijeron al almirante que, después de la salida de los barcos de guerra chilenos, San Martín se había negado a pagar lo debido, ni siquiera a los que habían abandonado la Valdivia en Ancón, sm haber cobrado como los otros la paga de un año, así como la recom– pensa o prima prometida; y que no limitándose a esto, el Protec– tor había puesto al servicio del Perú a los marinos extranjeros que estaban en el Callao y que habían servido en la flota chilena. El jabeque había sido tripulado por estos marinos y enviado a Chorrillos para evitar todo género de contrabando; pero que Iia– bía cogido un cargamento de mercancías de contrabando, de las que había aún una parte a bordo; que cuando el capitán bajó a tierra la tripulación se sublevó y se apoderó del jabeque, al que los ma– rineros pusieron en seguida el nombre de Represalia; pretendieron que buscaban la escuadra, excusa absurda; pero como no habían cometido depredaciones, el almirante no se creyó autorizado para castigarlos y les permitió que se largaran. El 14 descubrimos la costa de Méjico. La vía de agua del O'Higgins iba en aumento, y temíamos no poder entrar felizmente en la bahía de Fonseca o de Amapalla, con cinco pies de agua, las bombas en mal estado, sin un carpintero a bordo y sin tonelero; echáronse a la mar algunos barriles, y tras increibles esfuerzos an-· cló la fragata cerca de la islilla de su bahía; traj éronse entonces
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