Relaciones de viajeros

314 ESTUARDO NU~EZ dos bombas de la Valdivia; pero resultaron demasiado cortas. En estas circunstancias, lord Cochrane ordenó que se hicieran dos agu– jeros en los costados, al nivel del combés, y que se pusieran dos bombas viejas, lo que impidió que el barco se sumergiera; pero exa– minando el almacén se vio que gran parte de la pólvora estaba per– dida por el agua; el resto fue desembarcado y puesto al sol. Mientras que estábamos al ancla fuimos abordados por una ca– noa tripulada por dos indios y un joven de muy buen aspecto, quien me enteró de que todo se hallaba en un estado de perfecta tran– quilidad en Méjico, bajo la dirección de las autoridades reales. Este joven venía enviado de San Miguel para saber quiénes éra– mos y cuáles eran nuestras intenciones; pero le dejé en la ignoran– cia, por orden del almirante. Al oir hablar en español empezó a temer que fuésemos tropas españolas enviadas de Manila. Tras una larga conversación le pregunté por qué llevaba una cinta tricolor en su sombrero; enrojeció, balbuceó, y dijo luego: "Es imposible en– gañaros. Todo Méjico es ahora independiente de España. Méjico se ha declarado libre el 13 de Junio último; Guadalajara ha seguido su ejemplo el 14; Tepec, el 17, y San Blas, el 19. Las provincias de Guadalajara, Tlascala, Guanajuato, Puebla, Zacatecas, Oajaca, Va– lladolid, Bajío, Veracruz, etc., se han declarado también indepen– dientes de la capital". Dispuesto todo para nuestra partida, dejamos la bahía de Fon– seca, y durante la noche siguiente y las cinco que le sucedieron, tu– vimos el placer de ver un volcán en su mayor actividad. Oleadas de lava ardiendo se precipitaban desde lo alto de sus flancos, y a intervalos, masas enormes de materias en ebullición eran lanzadas por los aires y caían luego rebotando hasta el pie del volcán. Calcu– lamos que estábamos a unas treinta millas de distancia de la mon– taña, y a veces más cerca. Por esta situación dedujimos que podía ser San Miguel el viejo, pero no estábamos completamente seguros. Bogábamos a lo largo de la costa, que es en general muy segura; en algunas partes, los buques se extienden hasta una considerable distancia de la orilla del mar, y cerca de la costa hay abundantes cocoteros; nos procuramos al– gunos frutos, pero eran muy pequeños, a causa de la falta de sol en las raíces de los árboles; porque yo he visto en algunos lugares en que los cocoteros no crecen cerca del mar, que los propietarios ponen, de vez en cuando, sal en la raíz de los árboles, los cuales sin esta precaución no daban fruto. En otros puntos, la costa estaba entrecortada por pequeños ba-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx