Relaciones de viajeros

316 ESTUARDO NU~EZ de los retrasos que sufrimos en la costa llegaron antes que nosotros a Acapulco, y para vengarse del descubrimiento hecho en Guayaquil, hicieron creer al Gobierno mejicano que lord Cochrane se había apoderado silenciosamente de la escuadra chilena, que había pillado los barcos pertenecientes al Perú y cometido innumerables pirate– rías en el mar. Sin embargo encontré en Amapalla a doña Gregoria Gainsa, esposa del actual capitán general de Guatemala, que estaba en Gua– yaquil cuando se realizó el descubrimiento dicho; y cuando le dije que sospechaba que llegarían los primeros, su esposo dio cuenta al Gobierno mejicano de todo lo que había pasado. Vimos con sor– presa, a nuestra llegada a Acapulco, que el fuerte estaba cuidado– samente guardado, que se había reforzado la guarnición de la ciudad, y a pesar de la cortesía del gobernador, nos fue fácil percibir una reserva que revelaba sospecha; desapareció, no obstante, al poco tiempo y el comandante nos aseguró solemnemente que la inten– ción de ltúrbide era la de cultivar la amistad de los gobiernos del continente Sur de la América emancipada. El 1? de Febrero, cuando la escuadra hubo aparejado, S. S. re~ cibió una nota del presidente de Méjico, en la que haciéndole los mayores cumplimientos sobre los servicios que había ya prestado a la causa de América, le anunciaba la salida de dos comisionados que le enviaba para comunicarle materias de la más alta importan– cia para el Estado, comentando no poder ir él en persona apresen– tarle sus homenajes. El 2 de Febrero entró en el puerto un barco que no traía noti– cias, y como la fecha de la llegada de los comisionados no estaba designada, S. S. decidió perseguir a las fragatas que constituían los últimos restos de la potencia marítima española en el mar Pa– cífico, los cuales estaba completamente determinado a destruir. Acapulco está situado bajo el 16? 36' de latitud Norte, y el 99? 53' 45" de longitud Oeste. El puerto goza de todas las ventajas apetecibles: es muy grande, ofrece un buen fondeadero y está com– pletamente rodeado de tierra; de suerte que no se puede ver el mar ni desde los barcos fondeados, ni desde la ciudad; sin embargo, el extremado calor que reina es muy desagradable. La población se compone de una iglesia parroquial, de dos conventos y de unas cua– renta casas, con un gran número de cabañas construídas de cañas y juncos. Los habitantes son una mezcla de españoles, negros, indios y chinos, lo que, en varias familias que observé, parece haber produ– cido una nueva raza de hombres, porque hay una gran semejanza

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