Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 321 sentimientos de respeto y admiración por los eminentes servicios que los estados libres de América habían recibido de él, asegurán– dole al mismo tiempo que Guayaquil sería siemJ?re el primero de esos estados en honrarle y el último en olvidar sus inapreciables ser– vicios, a los que reconocía deber su emancipación del yugo colonial. El 12 el pabellón de Guayaquil fue izado a bordo de la Vengan– za por los capitanes Luzuriaga y Crosby, a quienes los pabellones chileno y peruano fueron entregados. El O'Higgins saludó· inmedia– tamente al pabellón con veintidós cañonazos, y los cañones de tierra devolvieron el saludo. Después las lanchas cañoneras izaron el pa– bellón chileno y lo saludaron con veintitrés cañonazos. Había corrido el rumor en Perú, antes de que lord Cochrane de– jase la bahía del Callao, en Octubre de 1821, que había consentido en aprovisionar a las guarniciones de las fortalezas a condición de que no se rindieran a San Martín. El almirante aprovechó la ocasión de hallarse en Guayaquil el general La Mar ex-gobernador del Callao, para escribirle por conduc– to del Gobierno, pidiéndole que dijera si había socorrido, o prome– tido socorrer, a la guarnición del Callao mientras que él la bloquea– ba. La Mar contestó: "Excelentísimo señor: En respuesta a la nota oficial que he re– cibido ayer de V. E., por mediación del Gobierno, es de mi deber afirmar que nunca dije, ni escribí, ni siquiera oí decir, que hubie– seis proporcionado, o propuesto proporcionar, provisiones a la plaza del Callao mientras que estuvo bajo mi mando. "Guayaquil, 13 Marzo 1822". El 5 aparejamos. S. S. ordenó al capitán Crosby que dejase el ancla e hiciera sondar al descender el río, para que se pudiese ob– servar más fácilmente el canal y trazar su plano, para el caso en que fuera necesario remontarlo sin piloto. La segunda marea nos llevó a la Puná, en donde permanecimos hasta el 25, ocupándose las chalupas en traer agua y otras provisines de Balao, en la otra orilla del río. Habiendo dejado el río de Guayaquil el 25 de Marzo, llegamos el 12 de Abril al puertecillo de Huambacho, en la costa del Perú, donde, con gran asombro nuestro, el alcalde del pueblo mostró a S. S. una orden escrita de San Martín, diciéndole que si tocaba en aquel puerto algún buque de guerra chileno se opusiera a todo des– embarco, y le negara todo socorro, incluso a proveerse de leña o agua. Exasperado por esta conducta, el almirante se dirigió hacia el

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