Relaciones de viajeros
26 ESTUARDO NU~EZ que otrora se observaba en sus cercanías, el cambio es visible. A veces he conjeturado si por algún desplazamiento del eje terrestre, las estaciones no se están haciendo más benignas en ambos hemis– ferios, y si las mudanzas actuales no se están alterando mediante una ]enta aproximación a la uniformidad de las estaciones en toda la superficie de la tierra. Pero no debo fatigar al lector con conjeturas, además de las numerosas teorías ya dadas al mundo. En las montañas de Tarija, quizás a 12,000 pies sobre el nivel del mar, dicen se encuentran huesos de mamut en mayor abundancia que en cualquier otra parte del globo. En la provincia de Salta afirman también que cerca de Tarija se han descubierto cráneos de una raza de gigantes, e in– tentan fantásticamente atribuir esto a haber crecido después de inhumados. De este modo "gigantes, habiendo sido en la tierra" y la historia de los Titanes, no parece fábula. Es verdad que no vi estos grandes humanos, pero el dato me fue dado por la autoridad más respetable de Salta. Finalmente, de los cambios que han tenido lugar, nuestro mis– mo diluvio atestigua, según a veces he imaginado, que sobre el he– misferio norte se precipitaron las aguas, cuando la tierra austral se sumergió. Así, para extender más la especulación fantástica, puede atribuirse la inundación del viejo mundo a la masa desplazada de las aguas australes y a los derrames de la tierra cuando se levantó, que el agua se precipitase y cavase las hoyadas enormes de que antes hice mención (algunas de las que tenían tres o cuatro millas de diámetro, en larga sucesión de las mismas) para encontrar su jun– ción final con el mar. Que la tierra se levanta o el océano se retira, aún hoy, en muchas otras partes del globo, no hay duda (1). Cerca de los estrechos de Napier y Pitt, y entre los grupos de islas adya– centes a Nueva Guinea, el hombre de mar al volverlos a visitar, después de un lapso de años, se sorprende del crecimiento aparente de algunas y de la aparición de otras completamente nuevas. Mu– chas de éstas, en efecto, son obra del coral, pero, en algunos lugares, volcánica, y de esto, en otra parte, es ejemplo Ascensión; pero debo concluir, para no perderme en laberinto de extrañas conjeturas. (1) La costa de Sud América, en extensión de ochocientas millas, dicen haberse levantado últimamente tres pies sobre el antiguo nivel del mar, como consecuencia del terremoto de Valparaíso.
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