Relaciones de viajeros
38 ESTUARDO NU:lil'EZ truyó el ejército que se le opuso en aquella comarca, al mando del general O'ReiHy. En seguida el coronel Miller fue destacado a Arica, que tomó y obligó a izar la bandera patriota. Luego marchó a Tac– na que subyugó de igual modo, matando más de mil trescientos enemigos en el curso de sus éxitos, con sólo trescientos hombres de su mando. Luego se reembarcó y en agosto, 1821, sorprendió a Pisco de noche, y conquistó Quilca, distrito de que asumió el man– do. Después de ver las cosas asentadas en aquella región, se dirigió a Lima, y recibió el comando de las compañías de cazadores del ejército libertador que estaba posesionado de la capital. Volviendo al cuerpo principal al mando de lord Cochrane y general San Martín, el ejército después de reponerse cincuenta días en Pisco, zarpó el 26 de octubre y llegó al Callao el 29. Mientras San Martín se dirigía al puerto de Ancón, un poco al norte de Lima, el lord Cochrane proyectó el ataque a la fragata española "Es– meralda", abordándola y la sacó de noche con los botes de su escuadra mandados por él mismo, anque estaba amarrada bajo las baterías del Callao. No había más que doscientos cincuenta volunta– rios en los catorce botes que realizaron esta acción atrevida y casi sin igual. La ''Esmeralda" fue bien defendida y el lord Cochrane he– rido en el muslo. Se han otorgado títulos en Inglaterra por hechos sin la décima parte tan brillantes, hábiles o decididos~ Desembarcado por fin el ejército en Huacho, el 20 de noviem– bre, se estableció el cuartel general en Huaura, pocas millas al inte– rior y en enero, 1821, Lima, se diría haber sido sitiada, pues el ejército se hallaba a tres leguas de ella. Cuando por alguna causa no explicada las tropas hicieron un movimiento retrógrado, y no fue hasta julio de 1821 que la capital del Perú, enarboló los colores patriotas. En este momento, cuando todo parecía encaminarse hacia la hora final del éxito el escenario se hizo nebuloso. Estallaron disen– ciones entre el lord Cochrane y San Martín, después de la ocupación de Lima. Estas fueron seguidas de desastres causados, algunos afir– maban, por la opresión de Monteagudo a quien San Martín confió las riendas del gobierno, durante su ausencia en Guayaquil, y se produjo una revolución en la ciudad. El general San Martín había ido para tener una conferencia con Bolívar, cuyo objeto no se co– noce. El último había vencido a los españoles en Quito, se había apoderado del país entero en aquella región y se preparaba para concluir sus trabajos australes, uniendo sus fuerzas con las pe– ruanas. San Martín al volver a Lima, encontró su ministro derrocado,
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