Relaciones de viajeros

XII ESTUARDO NU.!il:EZ Este último había de manifestar la importancia de ese via¡e de introspección del país, que contrasta con la tendencia de re– correr longitudinalmente las costas del mismo, o sea uno de sus contornos (puertos y ciudades costeños), dejando al margen la región interior, la parte vital del país, los Andes, cuyo dominio fue decisivo para afianzar la Independencia. La sierra o los Andes aparece ya a mediados de la segunda década del siglo XIX, como la región económicamente activa y codiciable a los ojos del obser– vador extranjero, zona a la cual ha de agregarse también -termi– nada la etapa emancipadora- la región de la selva amazónica que aún en ese momento constituye una incógnita pero que ofrece nue– vas perspectivas. Así decía Humboldt: "Pocos viajeros han disfrutado hasta el grado que yo en sus expediciones científicas, la ventaja de no haber visto solamen– te costas, como sucede por lo común en los viajes de circun– valación del globo, sino de haber recorrido el interior de dos grandes continentes en extensiones muy considerables y por los parajes en que se presentan más fuertes contrastes como son el paisaje tropical y el montañoso de Méjico o de la Amé– rica del Sur, o el de las áridas llanuras del Asia septentrio- nal". (Alejandro de Humboldt, Cosmos, I, p. XI, ed. Madrid, 1851). Es por ello muy significativa la relación del Teniente de la Ma– rina Británica Henry Lister Maw que no sólo, como él mismo lo anota, es el primer oficial británico que ingresa y surca el río Ama– zonas, sino que resulta también el primer viajero que relata la tra– vesía desde la costa peruana del Pacífico al Atlántico, a través de la Cordillera de los Andes y la Selva Amazónica, con importantes apor– tes para la ciencia y para la economía del país. Nos hemos permitido incluir también en este volumen, alteran– do el orden cronológico que hemos observado, una relación de via– je correspondiente al año 1814, en pleno gobierno del Virrey Abas– cal, la del teniente de marina John Shillibeer, que no pudo ser con– sidera4a en el volumen I de las relaciones de viajeros de esta co– lección, por no haber estado su texto a nuestro alcance oportuna– mente. En una reciente visita que hicimos en noviembre de 1972 a la Biblioteca del Congreso de Washington, pudimos ubicar el libro de Shillibeer y tomar la fotocopia respectiva que ahora, traducida también por primera vez al castellano, damos a luz. Se trata de una corta estada en Callao y Lima, durante la cual realiza observacio– nes de no poco interés. En esa reciente visita a la Biblioteca del Congreso de Washing– ton pudimos también revisar la bibliografía que no había sido an– tes de nuestro conocimiento directo. Ahora podemos establecer que algunos viajeros de la época, que sólo mencionamos en nuestro pró-

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