Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 235 ron recompensados con cuchillos, anzuelos, etc., y distribuimos agujas cuentas, cintas, etc., entre las mujeres . Desde que llegamos a Inglaterra se me ha preguntado en for– ma muy particular, la proporción con que se pagaba aquí a los indios, pregunta que no está en mi capacidad responder con exac– titud, por cuanto la responsabilidad del pago fue aceptada gracio– samente por el Sr. Rinde y yo descansaba en él, dedicándome en cambio particularmente a la búsqueda y anotación de información relativa al país. Creo, sin embargo, que cada canoero recibió un cuchillo grande, de casi dieciocho pulgadas de largo y de primera calidad, mejor que los que anteriormente habían llegado a Lagu– na, con algunos anzuelos, agujas largas o tijeras cuyo valor com– parativo, había sido fijado por el intendente en Moyobamba, pero no sé lo que me costaron en Lima, o la proporción con que fue– ron pagados los indios, ya que en primer término fueron adquiri– dos de un comerciante en Lima y posteriormente entregados por el señor Rinde. En realidad, su valor entre los indios depende mu– cho del deseo o realmente de la necesidad. En algunos lugares las cuentas blancas eran muy solicitadas; en otras, las amarillas y algunas de otro color. En Omaguas obtuve un ave de Curazao por un collar de cuentas grandes coloreadas del cual quedó pren– dada la mujer que poseía el ave, aunque previamente había recha- 1zado todo lo demás. En Tabatinga obtuve un recipiente de vene– no, una de las cosas más difíciles y valiosas de obtener, por un cuchillo grande que el hombre quería, y del cual yo no quería des– prenderme en caso de que nosotros pudiéramos necesitarlo, al ser el último que nos quedaba de esa clase. Obtuve algunas vasijas grandes en Laguna barnizadas y toscamente pintadas, pero no eran fuertes por no haber sido suficientemente horneadas. El lunes nos retrasamos al no estar listos los indios, no ha– biéndose evaporado los efectos de la chicha bebida y se detenían para tomar algo más despidiéndose de sus amigos. Mientras los esperábamos fuimos nuevamente a visitar al padre quien también se estaba preparando para viajar. Había en el suelo de su depar– tamento, listas para ser embarcadas, algunas barras de hierro y otros artículos de comercio. Los únicos medios con los cuales los clérigos de Maynas cuentan al momento para mantenerse por sí mismos, son las contribuciones voluntarias de los indios, qtie no podían dar mucho, y aquellos objetos de comercio de naturaleza tan elemental que pueda llevar consigo, dividiendo así su atención entre sus funciones religiosas por sus extensos distritos y las ne– cesarias ocupaciones a fin de lograr medios para vivir.
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