Relaciones de viajeros
236 ESTUARDO NU.~EZ Mientras que estábamos con el padre, algunos indios se acer– caron a pedirle su bendición antes de que partiera del pueblo. Aprovechamos la oportunidad para pedirle que al dar su bendición a nuestros canoeros, les diera una instrucción para que se porta– sen bien mientras que estuvieran con nosotros y también que les explicara se les proporcionaría provisiones y que haríamos lo po– sible por tratarlos con justicia, requiriendo sólo que trabajaran y que no nos causaran problemas así como no habíamos tenido nin– guno con los hombres de Puerto Balsa. Si el consejo del padre les indujo a prestar más atención o era su carácter natural, lo cierto es que fue sorprendente la for– ma como los canoeros de Laguna se adaptaron a nuestros hábitos. A pesar de ser salvajes, en el devenir de unos cuantos días se adaptaron tanto que parecía que habíamos estado juntos todas nuestras vidas; y de haber sido posible para nosotros llevarlos con sus canoas por todo el recorrido del Marafión, hubiéramos hecho el viaje en la mitad del tiempo y con mayor facilidad. Uno de los miembros de la tripulación del Sr. Hinde era ciego, pero era un excelente canoero, alegre y raramente fuera de su sitio. Mi timo– nel tenía la apariencia y modales de un viejo marinero; y cierta– mente en conjunto dudo que haya tripulaciones de boteros euro· peos que fueran superiores a nuestros canoeros de Laguna.
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