Relaciones de viajeros

6 ESTUARDO NU&EZ zaron hasta morir. En una parte de la playa, que ha sido el esce– nario de muchos horrores, descubrimos varios puntos de tierra recién escarbados: las tumbas de aquellos infortunados que fue– ron fusilados ayer. Ningún vestigio se encontraba de sus cuerpos; sólo unas pequeñas cruces, de pocas pulgadas de alto, puestas so– bre los puntos de tierra donde descansaban sus cenizas. La pala– bra ceniza se usa acá literalmente; porque se dice que después de la ejecución, los cuerpos fueron apilados y después quemados. Junio 22.- Hoy gocé de mucha suerte al tener una entrevista con el ge– neral Rodil, el Gobernador de Lima y Callao. Nuestro teniente más joven fue enviado ante él con mensaje del Capitán Maling, para preguntar si tenía alguna respuesta que dar sobre una carta escrita por él hacía unos días, rogándole liber;ara a un inglés que se encontraba encarcelado en el fuerte desde hacía un mes. Yo asistí como intérprete. Tuve cierta dificultad en persuadir al ofi– cial de guardia para que me dejara pasar con el teniente, hasta que mencioné ser el capellán del barco, ante lo cual ya no hizo ninguna objeción. Atravesamos un grav patio que parecía estar muy bien, y pasando por unos arcos, nos llevaron a una soberbia antesala donde dos caballeros estaban sentados ante una mesa. Muy educadamente nos ofrecieron asiento y uno de ellos entró a un cuarto interior para informar al Gobernador de nuestra llega– da. Inmediatamente salió, y empecé mi discurso, que escribo no por sus méritos, sino porque fue el primero que tuve oportuni· dad de pronunciar ante un español de rango superior: "Este Se– ñor, es teniente de la Fragata inglesa y tiene órdenes de la parte de su Comandante de preguntar a su Excelencia si quisiera dar una respuesta á la carta que el Comandante tuvo la honra de es– cribir a su Excelencia". A esto respondió que últimamente había estado con mucho trabajo y no había tenido tiempo de enviar una contestación. Inmeditamente nos despedimos y el Gobernador hizo una ve– nia y se retiró. Por la noche, unos buques del sur estaban an– clados en el puerto: eran tres, y pronto descubrimos que perte– necían a la escuadra del Almirante Guise; poco después se les unió otra nave. El Almirante Guise es inglés, y vino a reemplazar a Lord Cochrane como jefe de la escuadra peruana.

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