Relaciones de viajeros
266 ESTUARDO NUÑ'.EZ bosques y todo el pueblo con la excepción del Gobernador y otra familia, estaba recolectándola por orden del Intendente. El Gober– nador nos informó que no estaba permitido vender zarzaparrilla sin orden de aquél, y en caso de tener permiso se le debía abonar un tercio del precio en calidad de licencia. Se permite el comer– cio libre de la carne seca de vaca marina. Como no tuvimos es– crúpulos en preguntarle al Gobernador por aquello que suponía– mos que podía responder y nos divertía la idea de un comercio li– bre de vaca marina seca, aún en el Marañón, él solicitó una ex– plicación de lo que era "Teniente de Marina", que con gran difi– cultad había deletreado en nuestra carta circular, en la que se in– dicaba nos diera tanta información como se poseyera referente a la regióri.. Esta explicación no le fue fácil comprenderla y parecía tener dudas sobre cual era superior en rango si un Teniente-Go– bernador de Orán o yo, "Teniente de Marina de su Majestad Bri– tánica". Compramos después al gobernador dos tortugas a real cada pieza y obtuvimos tres peuris cada uno por un collar de cuentas grandes de vidrio. Había en Orán dos moyobambinos en camino de regreso con una carga de artículos de ferretería. Llegaron a Tabatinga con zar– zaparrilla la que cambiaron por artículos de ferretería. Un anzue– lo de fierro tosco de dos y media a tres pulgadas valía aquí un peso. Parecía que la característica más notable del Gobernador, era ser un buen pescador, tenía un aparejo superior a cualquier otro que hubiéramos visto; los cordeles de los arpones estaban bien armados y trenzados, la parte cercana al metal dividida en tren– zas independientes menores, de modo que en caso de que una fa– llara las otras pudieran sostenerse y así también reparar o reem– plazar la pieza más fácilmente. El cordel para la vaca marina tenía un promedio de pulgada y media de circunferencia y estaba hecho del mismo material que el de las hamacas; el material del arpón era de madera oscura, dura y de grano compacto, muy pesada y en la parte superior llevaba una pieza redonda de balsa o made– ra de corcho que impedía que se hundiera cuando se soltase la línea y el arpón al herir al animal. El Gobernador no aceptó des– prenderse de nin~na parte de su aparejo de pesca; en realidad no hubiera sido justo insistir ya que la estación de pesca había comenzado y le era vital para su sostenimiento. Cerca a su rancho había una poza barrosa rodeada de estacas en donde mantenía tortugas; al momento tenía treinta.
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