Relaciones de viajeros

270 ESTUARDO N,U&EZ que no parece haber tanta pesca y comercio. Los ranchos están construidos sin tomar en cuenta las calles. Hay una iglesia que no está consagrada y no tiene párroco. Se estaba esperando y pre– parando un cuartel para alojar a la tropa moyobambina. Aunque construida irregularmente, es evidente que tanto el pueblo y sus indios están mejor ordenados que en cualquier otro lugar que haya– mos visitado desde que nos embarcamos. El Gobernador dijo con gran simpleza que si los indios se portaban mal, los castigaría; pero que no deseaba tratarlos con du– reza. Se esforzaba por hacer justicia castigando a los que lo re– querían y no abusando o imponiéndose sobre ellos, y por lo que sabemos, el plan daba buen resultado. Los indios parecían alegres e industriosos, y como prueba de que había logrado su confianza, observamos que había llamado a un número de indios pertene– cientes a distintas tribus, las que a pesar de vivir en el bosque a varios días de jornada y con los cuales tenía intercambios ocasio- nales, vinieron y lo ayudaron a construir los edificios que le habían ordenado para alojar a la tropa moyobambina. Los vimos trabajando y parecían no hacerlo a desgano. Sí, como me parece natural suponer, los súbditos o descendien– tes de los incas, se refugiaron en las montañas huyendo de los es– pañoles, una de estas tribus denominada Yaguas, muestra signos evidentes de descender de ellos y no sólo difieren de los otros in– dios al igual que de los europeos, sino que llevan su cabello cor– tado recto sobre la frente y amontonado atrás en la forma que distinguía a los incas, lo que nunca vimos entre otros indios. Son altos y de buena figura; su color bronceado amarillento, es– casamente más oscuro que el de los moyobambinos. Su cabello es más ligero que el de los indios comunes y la expresión de sus ros– tros lejos de ser desagradable. Usan ceñidores hechos de corteza blanca delgada que cae delante y detrás, y adornan sus cabezas Y brazos con plumas largas de guacamayo escarlata como lo lla– man aquí, papagayo. Creo ciertamente difícil dar una mejor des– cripción de los Yaguas que vimos en Pebas, que haciendo referen– cia a las imágenes de los peruanos publicadas en el tiempo de la con– quista española. Antes de partir de Pebas, regresó una canoa gran– de tripulada con Yaguas que habían salido a buscar árboles para construcciones. El timonel era un anciano que parecía ser su jefe y un joven de agradables facciones, que por el parecido podría ser su hijo, estaba sentado en la proa y no trabajaba. Los Origones, otra tribu, eran de piel mucho más oscura, más pequeños y de contextura más gruesa que los Yaguas. Se pin-

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