Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 271 taban con colores oscuros. Los que vimos en Pebas estaban vesti– dos. El Gobernador nos dijo que doce de la tribu Origones vivían en una casa grande no muy arriba en el riachuelo o quebrada, y que los otros viajaban por la montaña. Su principal ocupación es la de preparar veneno para flechas y lanzas. Antes de la revolución había contacto con varias naciones que vivían a medio mes de jornada al interior, particularmente con la nación de los putumayos cercana a Paseo. Estos son muy nume– rosos y se ocupaban de recolectar zarzaparrilla y cera de abejas; pero cuando comenzó la guerra de independencia los españoles enviaron soldados a Pebas, y los indios tuvieron miedo de venir. En Pebas obtuvimos más productos de los que pudimos ob– tener en otros lugares, inclusive cocoa; tintes negros; la vainilla considerada como de calidad superior; seis docenas de crestas de peuris después destruidas por la polilla; pucunas con sus bolsas y flechas correspondientes y un juego de lanzas de siete y ocho pies de largo, envenenadas, especiales para atacar hombres o ti– gres. Estas lanzas usualmente se hacen de madera de palmas, con puntas del mismo material, que van separadas del cuerpo de la lanza y se fijan al extremo en una hendidura y luego se aseguran con hilo torcido. La idea es que la punta se rompa al herir y pe– netre en el anima~ de modo que el veneno cause efecto pleno. En la casa del Gobernador vimos algunas canastas de "Farinha de pao" que había venido de Tabatinga. El palo de cruz se obtiene en la vecindad y el Gobernador nos ofreció un tronco si pudiéramos esperar hasta traerla de la Monta– ña, pero consideramos que no podíamos perder tanto tiempo. Su madera es de grano compacto, amarillento, con venas grandes os– curas. Es muy estimada en América del Sur y se dice que si se aplica a una herida detiene las hemorragias. En Santa Cruz, vimos algunos de estos palos enviados por el Gobernador de Pebas para ser remitidos a la costa. Hay un árbol en Ceylán que se parece mucho al palo de cruz, pero no conozco su nombre. Entre las cosas traídas de Lima, había varios collares de cuen– tas con cruces, que no veíamos correcto usar para intercambio de artículos, y como algunos de los indios de Pebas habían sido visitados por Padres y parecían ansiosos de poseer cualquier sím– bolo cristiano, distribuimos entre ellos las cuentas y cruces. Es una pena ciertamente que no se envíe misioneros de otras deno– minaciones, ya que cualquiera que sea la diferencia de opinión so– bre dogmas entre fieles de la Iglesia de Roma y los protestantes
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