Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 283 ner de haberlas explotado convenientemente. Pero no se debe ra– zonar sobre tales puntos en sentido metafórico; y habiendo com– pletado lo que me propuse, es decir, traído a mi lector desde las costas del Pacífico por el Marañón antes de que fuera navegable y recorriendo su curso hasta más allá de la influencia de sus co– rrientes en el Atlántico, antes de terminar, me permitiré ofrecer algunos comentarios generales sobre la naturaleza y entrada de los países que atravesé. En primer lugar, considero que en la dirección que hemos cruzado, el Perú está formado de tres regiones naturales distin– tas. De la Costa hasta la primera Cordillera incluyéndola, se pue– de llamar el distrito minero. De la primera cordillera a la Mon– taña o Selva con el lado oriental de los Andes, es una región que no solamente parece capaz de agricultura, sino que evidentemen– te en cierta época ha mantenido una considerable población, co– mo se prueba por las numerosas huellas de los antiguos cultivos peruanos. Actualmente está comparativamente despoblada y poco cultivada. Desde el comienzo de la Montaña o Selva hasta la frontera es una región naturalmente rica en producciones vegetales, gomas, bálsamos, tintes y plantas medicinales, pocas de las cuales son co– nocidas; también diversas frutas tropicales, incluyendo cacao y se dice que alguna especería y, si se incrementaran los cultivos y es– tablecida la demanda, sería capaz de producir lino o cáñamo, al– godón, café, azúcar, arroz, con diversas otras producciones. La opinión que voy ahora a expresar referente al primero de esos distritos puede sorprender a algunos de mis lectores; sin em– bargo, considero que estoy en lo cierto al afirmar que no solamen– te la costa del Perú, sino en su mayor parte la costa de Chile y Perú es, con pocas excepciones, escasamente algo más que un de– sierto de rocas, arenas y salitre, siendo su esterildad originada prin– cipalmente por la falta de lluvias, determinada por los vientos del Este, que supongo sean la continuación de los vientos alisios del S.E. que soplan a través del continente sudamericano y elevan las nubes sobre las más altas montañas de la Cordillera de los An– des que las precipitan haciendo que caiga la lluvia antes de lle– gar a la costa. Las excepciones a esta esterilidad son unos cuan– tos valles ocasionales por los que se deslizan corrientes de agua hacia el Pacífico, pero aun en esas excepciones no hay la abun– dancia que los nombres quieren sugerir. Comenzando con Valparaíso o "Valle del Paraíso" y costean-
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