Relaciones de viajeros
286 ESTUARDO NUZ'l"EZ puerta asegurada con candado donde se guarda el mineral, pero también lo vimos amontonado en la boca de las minas, aunque no pudimos comprar como muestra la menor partícula. La mina que visitamos pertenecía al general Pinto, Presidente de Chile, y estaba considerada la segunda en riqueza. Entramos, descendiendo al prin– cipio y luego ascendiendo y descendiendo, la mina sigue la veta y en algunos casos se eleva y en otros se hunde abruptamente. La mina forma un pasaje ligeramente más largo de los que se abren usualmente para la minas de carbón en Inglaterra, pero no esta– ba tan bien trabajada como estas últimas. A un costado del túnel había un trozo de plata aproximadamente del tamaño de una ca– beza humana, el que se nos dijo que no se podía sacar porque al hacerlo se corría el riesgo de derrumbar aquella sección de la mi– na. Después de regresar a la superficie, la atención del Capitán Seymour y la mía, fue atraída por dos hombres a cierta distan– cia de nosotros. Uno de ellos estaba de pie, mientras que el otro introducía algo en la tierra; al preguntarles lo que hacían, recibi– mos la respuesta: "haciendo una mina". Y al acercarnos vimos que era un mestizo parado frente al indio que trabajaba con una ba– rra de hierro haciendo un hueco del tamaño aproximado de la bo– ca de un pozo. Habían o creían haber descubierto una veta de plata. Si mejoraba conforme trabajaban, se agregarían más indios, si no, se abandonaría. La mina más rica de ese distrito pertenece a un humilde tra– bajador, pero no llegamos a visitarla por el excesivo calor del ambiente, la fatiga después de montar y su difícil acceso. A nues– tro regreso a Coquimbo, el propietario de la mina rica, trajo algu– nas muestras para vender. Compré una del tamaño de un tintero común por veinte pesos, siendo a peso la onza. Casi toda era plata y fue considerada por el dueño de la mina como una mues– tra extremadamente rica y de alta clase. Creo que las minas del Perú son superiores, pero por lo visto en Coquimbo y escuchado . en Perú, opino que las principales ob– jeciones para el trabajo minero son, primero, incertidumbre de la duración de la veta o por lo menos de su riqueza. Segundo, si la veta prueba ser rica, los propietarios corren el riesgo de ser roba– dos por los trabajadores; si no es rica, apenas si cubrirá los gas– tos de trabajarla. Los propietarios nativos de minas, si la veta es rica, aumentan sus establecimientos mineros, y con gastos tan grandes casi como el volumen de plata extraída, en la esperanza de obtener mayores
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