Relaciones de viajeros

298 ESTUARDO NU~EZ traficado los m1s10neros por aquel camino, jamás les han hecho daño, ni se tiene noticia que lo intentasen. Los Setevos vivían reunidos en Sarayacu como llevamos di– cho. El Paná es su idioma nativo, y hablan también la lengua general del Inca. Los Shipibos se extienden por el Pisquei desde la reducción de Charasmana hasta sus cabeceras. Antes vivían en las riberas del Aguaitía, pero perseguidos por los Cashibos bajaron al Uca– yali a reunirse con los Cunibos. Estos socorrían a los pasajeros: iban y venían a las misiones y estaban bastante civilizados. Son serios y austeros, y hablan la lengua Paná con alguna variación. Los Piros ocupan el resto del Ucayali y se extienden por el Parú-Yanti o Yanatari hasta donde deja de ser navegable; pero los demás viven en las riberas del Cuja, río que hasta ahora se conoce únicamente por las noticias que ellos han dado, y se pre– sume sea el Paucartambo o el Beni, o acaso el mismo que en los establecimientos portugueses llaman Yavarí. Este mismo río, di– cen los Cunibos que comunica con el Ucayali por el caño o río Tamaya. Los Cashibos, nación bárbara, cruel, y el terror del Ucayali, están esparcidos por los ríos Pachitea, Sipiria y Aguaitía, y lle– gan hasta las playas del Ucayali en donde no pierden ocasión de dañar a cuantos encuentran por aquel paso. Es sumamente difí– cil reducirlos y está averiguado que no son antropófagos. Por fortuna no usan balsas ni canoas y así están impedidos de dañar fuera del recinto que ocupan. Cuantas expediciones se han hecho hacia ellos han sido peligrosas e inútiles. Hablan la lengua Paná con alguna variación y circuncidan a sus mujeres del mismo modo que lo practican los Setebos, Cunibos, Piros y Shipibos. Los Campas, Antis o Andes, se extienden desde las fronteras del Cuzco hasta las de Tarma, divididos en muchísimas parciali– dades. Hay algunas familias esparcidas por el Tambo, desde Si– sipaqui hasta Jesús María, que viven enemistadas e incomunica– das entre sí, según se observó en los últimos años. Los infieles que se han dejado ver cerca del nuevo establecimiento de Chavi– ni y otros varios que deben encontrarse por aquellas inmediacio– nes son todos de esta nación, como igualmente, los que moran en el Ene y Perené, los de Cerro de la Sal, Pajonal y demás que componían los 28 pueblos perdidos en el año de 1743. Su idioma es enteramente distinto de los otros. Aunque a cada una de estas tribus se le dé el nombre de nación, por haberlas encontrado separadas, rigurosamente no son

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