Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 309 excepto entre oficiales, que todos supieron de mi cambio al "Vin– cennes". La introducción de este punto al final de mi discurso, dio lugar a que muchos de éstos pasaran la tarde comentando agrada– blemente y manifestando su deseo de asegurar sus buenos senti– mientos. "¡Oh Sr. Stewart, me da tanta pena que nos vaya a dejar!" se oyó una docena de veces por parte de los oficiales jóvenes, mientras que los tripulantes desde donde se les encontraba miraban gentil pero tristemente, mientras que decían "Sr. Stewart, todos sentimos que nuestro mejor amigo nos deje -no sabíamos que lo íbamos a perder- se habla en todo el barco, y no sabemos cómo vamos a soportarlo." Y cuando llegó la noche, bajo la impresión de que me iba a unir al "Vincennes" hoy, mi habitación se llenó de gente como en una corte, con hombres honestos ansiosos de testi– ficar hasta el último su respeto y buenos deseos. No necesito decirle, querido H, que mi propio corazón está sinceramente afectado en vista del traslado. Estoy sincera y cálida– mente ligado a toda la tripulación del barco, y "la redención de sus almas" ha sido realmente "muy preciada a mis ojos". No puedo sino esperar que cualquier esfuerzo que yo haya hecho por su bienes– tar temporal y eterno no sea en vano. No obstante la gran mal– dad que se percibe en mucho de lo que se ve y se oye de cada per– sona, hay alguna apariencia al menos de que existe un "terreno cul- . tivable en los corazones de muchos" y que están preparados para la buena semilla de la palabra de Dios. Y donde se me permita que– dar puedo todavía ver florecer una rica cosecha para la vida eterna. De lo que ya ha sido cosechado, mucho ha caído a un lado del ca– mino y recogido por las aves del aire; mucho puede permanecer sepultado entre las espinas, donde está ahogado, y mucho de lo que ha florecido con aparente alegría puede caer sobre terreno empedrado, y no teniendo raíces en sí mismo, puede marchitarse y morir. Sin embargo espero que algo haya caído en el terreno bue– no del corazón sincero y honesto y todavía producir abundantes frutos de paz y justicia, para la alabanza y gloria de Dios. Si la bendición de recibir la corona de la verdad y la fe del evangelio de salvación al fin va a ser mía, confío que entre las po– cas joyas, "de las almas redimidas" que puedan adornarla, van a haber dos o tres por lo menos sacados de esta oscura moral de espíritus inmortales. Si así es "no a mí, no a mí, sino a tu nombre Oh Señor, sea la alabanza".
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