Relaciones de viajeros
14 ESTUARDO NUf:l'EZ que no había cometido. Por la noche fui a visitar un Colegio Lan– casteriano, fundado por el Sr. Thomson, un misionero que había residido diez años o más en Sudamérica. Fundó un colegio con este plan en Montevideo, otro en Buenos Aires, y un tercero en Santiago. Estuvo aquí casi un año y medio. El número de alum– nos en el colegio suma ahora 208. Son muchachos muy sanos, mu– chos de los cuales pertenecen a familias de rango en Lima, y al– gunos hijos de esclavos. El señor Thomson me dijo que se había encontrado con muchos obstáculos en Lima, con la oposición pú– blica generalmente en su contra, pero también recibido cálido apoyo de muchos de los clérigos y monjes del lugar. Lo ayuda en el colegio un maestro, al cual piensa dejar el manejo del co– legio a su partida, y también un joven monje agustino cuyos mo– dales y conversación me parecieron muy atractivos. Julio 30.- Hoy fuí a visitar al conocido Padre Matraya en el convento franciscano de los Descalzos. Es un bonito convento cuya situa– ción admiramos tanto en nuestro excursión al Cerro San Cristó– bol. El edificio es muy espacioso, rodeado de jardines de consi– derable extensión. Al pasar la reja exterior, cruzamos una ace– quia formada por un afluente del Rímac, para el uso del convento. Después de caminar por los grandes claustros, llegamos a la cel– da del Padre Matraya. Como ésta es la primera celda monjil en la que soy admitido, voy a describirla minuciosamente. El piso es como todos los de este país, hecho de ladrillo, y mide alrede– dor de 12 pies cuadrados; la cama, apostada sobre ladrillos; un colchón probablemente de paja, cubierto con una frazada, sába– nas y una gruesa colcha de lana; sobre ella había suspendido un triángulo de palitos para sostener una especie de cortina en for– ma de cono, elevándose a un punto sobre la cama. Cerca de la cama había una silla china, en la cual el Padre probablemente tomaba su siesta. Una pequeña mesa de madera con buen núme– ro de libros; el Breviario Peruano, gramática, diccionarios en va– rios idiomas, y una traducción español_a del Nuevo Testamento, impresa en Londres. Habían dispersos por el cuarto varios instru– mentos hechos por el mismo Padre: un barómetro, otro encerra– do en un bastón para medir alturas, y un pedómetro encerrado en una caja con cuatro círculos en la parte de afuera para medir la legua, la cuadra, la vara y la pulgada. También ha mejorado el cronómetro pero no quiso enseñárnoslo ya que quiere enviarlo a
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