Relaciones de viajeros

322 ESTUARDO NU&EZ con consolas y espejos, candelabros, sofás, etc. Habían algunas bue– nas pinturas en las paredes, y entre ellas dos retratos: uno de cuerpo entero del General San Martín y el otro, de acuerdo a una inscripción, el de su Excelencia "El Almirante Cristóbal Colón". Tres o cuatro personas con uniforme militar, estaban holgazanean– do en una alcoba al fondo de la sala, cerca de una ventana miran– do hacia la calle que daba al Norte. El Edecán regresó pronto, y nos guió a través de un salón ri– camente amoblado en carmesí y oro, hacia el escritorio del jefe. Estaba sentado a un costado de un sofá cuando entramos, y se le– vantó recién cuando fue presentada toda la comitiva; después, aco– modando al Comodoro Thompson en el sofá a su lado, comenzó la conversación, mientras se traían sillas para los demás. Es un hom– bre de baja estatura, de constitución delgada y de aparente mala salud; sus facciones, ojos, pelo y bigotes, oscuros, su semblante apacible e inteligente y sus modales modestos. Habla sólo castella– no; y la conversación que tuvo lugar fue, por su parte, de mucha observación y buen sentido. Se trató principalmente del motivo de la llegada del Comodoro Thompson -en relevo del Comodoro Ja– nes- y los halagos de bienvenida por ese cargo: en el lenguaje y la facilidad que españoles, franceses e ingleses están acostumbra– dos, etc. Habiéndose enterado que había estado indispuesto la tarde an– terior, el Comodoro acortó la conversación y pronto partimos. Al hacerlo nos dio la mano cortésmente a cada uno. Su vestido era chaqueta militar color escalarlata, con cuello y puños azules, bor– dados en oro; pantalones amarillos de ante, y botas de campo de marrueco negro. La antesala, cuando salíamos, se empezaba a llenar de oficia– les, reuniéndose para el saludo matinal. El Sr. Radcliffe insinuó que a la comitiva le agradaría ver el salón de recepciones -aho– ra llamado Salón de la Independencia-, y fuimos conducidos allá. Ocupa casi todo el largo del corredor por el que llegamos a la an– tesala y se abre a una sucesión de ventanales. Es un salón elegan– te y refinado, de unos ciento cincuenta pies de largo y unos trein– ta de ancho; era salón de baile del palacio en tiempo de los vi– rreyes, y ahora cámara de recepciones y la sala en donde los jefes de gobierno reciben las felicitaciones de los ciudadanos en el ani– versario .de la independencia del Perú. Una silla presidencial de hermoso modelo clásico ocupa el fren– te del salón: el marco es de oropel, y los cojines de terciopelo es– carlata. Este era el trono de los virreyes; y sólo ha cambiado su

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx