Relaciones de viajeros
RELACIONES DE VIAJEROS 343 los lugares que deseaba mostrarnos que tuvimos tiempo para dar una mirada antes de llegar a las piezas de particular interés· ali– neadas en las paredes de ambos lados. Todas las pinturas eran ilustrativas de las escenas cercanas a El que murió "para que to· do el que creyera en El, no pereciera, sino tuviera vida eterna". La entrada a Jerusalem entre los cánticos de la multitud; luego, en fuerte contraste, la flagelación, el ser escupido, humillación ante el supremo sacerdote; la pasión de Getsemaní y los ángeles confortándolo mientras dormía, los discípulos, el flagelamiento, la crucifixión y la entrega de su alma; todos vívidamente repre– sentados, excitando intensamente la simpatía del corazón en el si– lencio y santidad del lugar, conforme se veían bajo la atemperada luz que recibían de lo alto, convirtiendo en ternura las sensi– bilidades del alma. Y aquí, en mi opinión, radica la gran objeción a la represen– tación de tales cuadros en los lugares de devoción; no es que la simpatía de nuestra naturaleza no pueda justa y ventajosamen– te ser la mano guidora de la piedad, sino por el peligro que existe cuando así excitadas "los engañosos y de corazón falso" entre nosotros los sustituyan con una fatal autocomplacencia por las elevadas y divinas gracias de la genuina penitencia y amor. Algunas representaciones de tales sufrimientos del Salvador frente a los pecadores en esta ciudad, tanto en pintura como escultura, son tales que yo mismo ante su vista -con las aso– ciaciones conectadas con ellas precipitándose en mi memoria– me he afectado irresistiblemente, particularmente en estado medita– tivo, al punto de llegar a las lágrimas y puedo imaginar fácilmente cómo el ignorante y el supersticioso han de interpretar la excitación de un sentimiento así puramente natural y moralmente ni bueno ni malo, en la práctica de una piedad recomendable y aceptable a Dios. De las exhibiciones de esta clase que he observado en pe– nitentes en apariencia, llorando ante la tumba, y luego de obser– var los frutos de su devoción, estoy seguro que, independiente de todo error de creencia o práctica de religión de la gente, y preva– lece aquí en forma muy extensa entre la gente común, si no la más evolucionada, una peligrosa ilusión sobre este punto. La pintura representando la flagelación después de ser con– denado es la mejor de todas, una pintura admirable, que vale en Lima, según el padre, mil pesos y que en Europa sería ava– luada en una suma mucho mayor. "Una casa de penitencia" es aquella a la que concurren los devotos, que desean, u obligados por la iglesia, hacer penitencia
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