Relaciones de viajeros

346 ESTUARDO NU~EZ La escuela, la única de esta clase en la ciudad, funciona en una parte del convento de Santo Tomás. Está en estado de pere– cer y tiene sólo ciento cuarenta alumnos aunque la población de la ciudad es de cincuenta mil. El Director parece ser un hom– bre inteligente y muy interesado en el éxito de su experimento en la república, pero se queja de la falta de apoyo. El General Santa Cruz cuyo retrato de tamaño natural cuelga de la pared de una de las aulas, apoyó calurosamente la institución cuando fue jefe del gobierno, pero ninguno de sus sucesores ha seguido este valioso ejemplo. El Panteón se distingue perfectamente desde el puente y las murallas de Lima y desde varios puntos del camino que conducen a él. El edificio principal, con frente a la calle, es un octágono de noventa pies de circunferencia y con un majestuoso domo que se ve desde todas las direcciones emergiendo entre las dis– persas plantaciones de cipreses, dentro de un recinto que cubre cinco a seis acres de terreno. En una rotonda, inmediatamente debajo del domo y en el centro del edificio hay un sarcófago de vidrio conteniendo una reproducción a tamaño natural de nuestro Salvador en su tumba, el único objeto que atrae especialmente la atención cuando se le atraviesa para pasar al interior. Cuando ocurre un entierro el cuerpo no es depositado en la tierra, sino que es colocado en posición horizontal en un nicho de las anchas paredes edificadas con ese propósito. Se le rodea luego con cal y la apertura frontal es cerrada con yeso. Estos ni– chos están ordenados en filas unos encima de otros y se alquilan por cierto tiempo, de acuerdo con la riqueza y el rango de la per– sona fallecida y a cuya expiración los restos son arrojados en una fosa común, o, si la persona es pobre o desconocida, son arroja– dos sobre una muralla de la parte posterior donde la superficie del terreno está blanqueada con los fragmentos de los restos hu– manos y literalmente "un lugar de calaveras". En realidad todo el establecimiento, a pesar de la precisión de su arquitectura Y belleza de su aspecto exterior, por el descuido de los entierros y la innecesaria exposición del último lugar de recepción común, es un lugar desagradable, y, desde el momento en que se entra, está evidentemente para cada sentido "lleno de huesos de hom– bres muertos y con toda su impureza". Desde mi retorno a la "Guerriere" he estado principalmente ocupado con los arreglos para la prosecución de mi viaje. Des– pués de haber despachado la mayor parte de mi equipaje a bordo del "Vincennes", esta tarde hice una caminata de despedida en la

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