Relaciones de viajeros
348 ESTUARDO NU&EZ terreno, en una gran extensión se ven los restos de las casas e igle– sias cuyas bases están profundamente enterradas y se divisan aquí y allí sectores de paredes caídas o inclinadas conforme se derrum– ban por las trepidaciones de la tierra, con una profusa dispersión de huesos y cenizas por doquier. No satisfecha con la exhibición de los daños que ofrece esta antigua catástrofe, la generación actual ha agregado una deforma– ción horrible al escenario, al convertir las ruinas en receptáculo pa– ra los cuerpos insepultos de los cientos y miles que han perecido por el hambre o la espada en las convulsiones políticas de los últi– mos diez años, adentro y afuera de la vecindad del castillo. Montí– culos de cráneos y desarmados esqueletos están esparcidos por to– dos lados mientras que cuerpos enteros, encogidos y secos como momias, con los vestidos con que fueron fusilados o muertos toda– vía discernibles -de los que una vez fueron vistosos uniformes de los oficiales y soldados a los andrajos y jirones del mendigo y oca– sionalmente aquí o allí un sudario- yacen desparramados en la su– perficie en morbosa confusión y deformidad! La escena era de– masiado horrible para contemplarla y casi excesiva para descri– birla de modo que nos alejamos para ir hacia la playa por el lado de la punta abierta a la plena rompiente del mar. Había aquí el oleaje más terrible y salvaje, como si fuera a precipitarse nuevamente contra su usual barrera y desolar la tierra. Bajo un cielo oscuro y encapotado -que también se veía melancó– lico- retorné a bordo, enfermo del corazón por tantos testimonios advertidos entre vivos y muertos , en la brevedad de una caminata de una hora, del pecado, tristeza y calamidad de los cuales el mun– do ha estado y todavía está tan lleno! Era casi la puesta del sol cuando dirigí mi último mensaje Y mi última oración a la tripulación, no calculada en la asociación inmediata y necesaria para disipar la tristeza, y ella tuvo como única fuente el verdadero consuelo y vivacidad de un mundo que no cam– bia, donde "se secarán todas las lágrimas de nuestros ojos" y "ha– brá placeres eternos", traídos dulcemente por estas hermosas líneas del himno de Moore: "Oh! who could bear life's stormy doom Did not thy wing of love Come brightly wafting thro' the gloom Our peace-branch from above?
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx