Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 359 castigo de los delitos dentro de su jurisdicción, que no son conoci– dos por las demás. Considero útil decir que donde el clero ha toma– do profunda raíz, hay juzgados espirituales innumerables; pero el más riguroso así como terrible, es la Inquisición, contra cuyas de– cisiones no hay apelación posible y de cuyas prisiones nadie, aun– que sea el más inocente, está a salvo. El acusado es mantenido siempre en ignorancia de su acusador y tampoco tiene el privilegio de poder confrontar los testigos, que podrían haber sido soborna– dos para declarar en su contra. Muchos de los clérigos que están a favor de este detestable establecimiento, podrían tratar de convencer a uno de que su abo– lición produjo un retroceso de la mentalidad pública y cuyo resta– blecimiento ha constituido un alivio; pero de lo que puedo enterar. me me impresiona más otra idea muy diferente y pienso que la conducta seguida por la multitud cuando el Virrey detuvo la orden de entera suspensión de sus funciones, es suficiente para confir– marlo. El Marqués de la Concordia había recibido tales instruccio– nes de la Corte de España, pero siendo él partidario de la Inquisi– ción retuvo la orden, reteniéndola a la fuerza por casi seis meses y también se empeñó en ocultar que tales órdenes habían llegado. Sin embargo, a la larga, resultó conocida la real orden por el pú– blico, el cual no siendo ya más capaz de callar su indignación, se unió en furiosa turba, tumbó las puertas y sin reparar en las sagra– das imágenes cercanas, demolió todo símbolo del poder inquisito– rial. La Cámara del Consejo fue destruida y las imágenes rotas, sus archivos echados a las calles, las prisiones secretas fueron descu– biertas y reveladas, los inocentes allí enclaustrados fueron libera– dos, y tal vez si los funcionarios de esta santa e ilustre orden hubieran estado presentes, habrían sufrido el mismo castigo que fuera infligido bajo los emblemas de su tiranía. Todo esto me fue relatado por un caballero que participó en el asunto, y que deseando apoderarse del archivo referente a su per– sona, rompió un armario que por suerte contenía lo que quería. Este resultó ser un expediente manuscrito, que contenía muchas confesiones y alegatos, pero cuando la nueva orden para el resta– blecimiento de este tribunal llegó, la mencionada persona temiendo que estos documentos se encontrasen en su poder, destruyó la ma– yor parte, y estaba a punto de quemar hasta la última hoja cuando . entré a su habitación. Pude ver así que eran antiguos manuscritos y sin preguntar sobre su contenido o sobre los delitos cometidos, los tengo ahora en mi poder librándolos de su destrucción. Contie– nen especialmente alegatos contra los frailes, por cargos de liber– tinaje e inmoralidad y aún de violencia contra las mujeres que habían recurrido a ellos como confesores espirituales.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx