Relaciones de viajeros
366 ESTUARDO NUN:EZ horas de visita comienzan con el frío de la noche y continúan hasta horas avanzadas. Los huéspedes son agasajados con helados, limo– nadas y pasteles, siendo entretenidos con cantos, acompañados con guitarra o baile, a lo cual puede añadirse la actividad dell jue– go, que está más a la moda. Para sus comidas tienen un prodigio– so número de platos, y generalmente cogen una pequeña propor– ción de cada uno. Por ello un extraño que quiera su propia como– didad debe ser cuidadoso de no comer mucho de la primera o se– gunda rueda, para no verse en el caso de no poder escoger los si– guientes o a comenzar de nuevo, aun contra su gusto. En efecto, son muy hospitalarios y tienen mucho placer en recibir a los extran– jeros y usan todos los medios para hacer su visita agradable. El espíritu de galantería no es en ningún sitio llevado a tanto extremo como en Lima, y el hombre de más avanzada edad entra en la lista de los jóvenes, alegres y juerguistas. Esto es muy frecuente en los caminos, y depara entretenimiento no pequeño a cualquier extranje– ro. Sus diversiones o fiestas son espléndidas y arregladas con gran gusto; en efecto, existe gran espíritu de emulación y de rivalidad en– tre el bello sexo para superarse unas a otras en belleza, magnificen– cia y profusión de sus atenciones. Terminada la cena se sirve el postre, que incluye las mejores frutas y dulces confeccionados en sus más variadas formas y clases. A la señal dada por los dueños de casa comienzan a servirse en la más absoluta confusión e inten– tan, no sólo comer sino apoderarse de la mayor cantidad posible de dulces que es guardada ya sea en los bolsillos, pañuelos o sombre– ros, para destinarlos al día siguiente para regalo a jóvenes mucha– chas, lo cual es considerado la mayor galantería. Y he visto brillar los ojos de un viejo caballero de ochenta años de edad, con el fue– go de la satisfacción, al repartir su botín y disfrutar del placer que lo aguardaba en la mañana cuando sus jóvenes favoritas se conver– tían en participantes del trofeo. Antes de la conquista del Perú por los españoles, el único ani– mal que había sido domesticado y usado para cargar, era la lla– ma, pero desde la introducción de los caballos y mulas ha dejado de utilizarse para este tipo de trabajo y es ahora usado solamente por algunos de los indios más pobres del interior. La llama se pa– rece algo a los camellos en su forma, pero su pelaje o lana es prodi– giosamente largo y de muy fina textura. Está calculada para cargar una cantidad no excedente de cien libras. Su andar es estable y tiene un ritmo propio, y cuando se le fustiga se para y se niega a obede– cer; para los arrieros no es posible continuar viaje hasta que la llama no haya descansado lo suficiente. En estado salvaje las lla– mas son muy veloces y habitan en los lugares más rocosos. El gua-
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