Relaciones de viajeros

RELACIONES DE VIAJEROS 23 gría, me dijeron que les debía pagar una multa, por entrar a sus dominios, siendo ellos amos supremos de las alturas de las mesanas. Arreglé las cosas con ellos, ofreciéndoles interceder para que pudieran bajar a la isla por la tarde, la visita preferida de los jóvenes y así terminó mi expedición. Al anochecer se presentó el Almirante Guise al mando de cinco naves de guerra. Octubre 7.- ~sta mañana se vio al Asia y su tripulación, preparándose para zarpar. Ante tal movimiento, Guise y su escuadra quedaron en alta mar, para así atraer al enemigo a cierta distancia de la costa, y que no pudiera pedir ayuda a las cañoneras. La fuerza es– pañola zarpó detrás de él, y alrededor de las nueve empezó el cañoneo, que se mantuvo con intervalos por varias horas, con poco o ningún efecto para ambos lados. El Almirante español pa– recía no tener interés ep acercarse, pero durante la persecución alteró su curso y bajó sus velas superiores. Como a la una vino y puso proa al Callao. Guise seguía todavía en el mismo curso y así se separaron. Así terminó la memorable batalla del 7 de octubre. Las dos escuadras habían navegado como 10 o 12 millas fuera del puerto, intercambiando corteses saludos el uno al otro y los acompaña– mos a una respetable distancia para ver la acción. Tan pronto partieron regresamos algo desilusionados porque abrigábamos la secreta esperanza de que la acción se decidiera en favor de los in– dependientes. Octubre 20.- Esta mañana, toda la escuadra española salió y se estacionó en barlovento; la fuerza del Almirante consistía en los hombres que estuvieron en la batalla del 7, acompañado por uno o dos mer– cantes. Se dice que el Asia tiene 800 hombres a bordo, y que Ra– mírez, el último gobernador de Lima, se embarca con alguna tro– pa proporcionada por Rodil. El Cambridge y el Tartar zarparon al mismo tiempo, siguiendo a la escuadra española. Algunos de los barcos de Guise fueron vistos toda la mañana a barlovento.

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